Otro enigma para los cientistas

Es indudable que cada vez más, la ciencia va en pos de comprobar concepciones esoteristas – las que resulten escrutables, obviamente – que tienen milenios de existencia; pero que, hasta hace un tiempo considerable, se les había mantenido marginadas, y hasta despreciadas, pues se entendían como no asimilables, en el marco de lo convencional científico propiamente; es decir, de la corriente del cientificismo, más bien.

No obstante, desde hace ya varias décadas, esa actitud se indiferencia hacia aquellos postulados esotéricos, ha comenzado a cambiar, y los cientistas se vienen inclinado por reparar con atención sobre determinados eventos que acontecen a nivel del Universo, en sentido general, a los cuales no se les encuentra respuesta en el contexto de la limitada mente humana; pero que,  sí es evidente su realidad, y hasta cierto punto innegable.

En ese tenor, son muchas las investigaciones que se han iniciado, como las nuevas teoría planteadas, producto de los trabajos que se encaminan, lográndose confirmar parcialmente algunos aspectos concernientes, aunque aún quedan largos caminos por recorrer, para  su definición y cabal asimilación; al igual que, para lograr la posible conquista total, en términos de la inescrutabilidad que se les advierte.

Los aprestos de mayor connotación han sido, obviamente, los relativos a los estudios arduos sobre la conformación y determinaciones que se entienden debidas, sobre el denominado “genoma humano”, que se ha llevado a cabo, y en cuyas tareas se han invertido cuantiosos  recursos, como una apreciada cantidad de tiempo, sin que hasta el momento los resultados logrados se consideren satisfactorios, relativamente hablando. 

No se debe olvidar que, ese es como el  “disco duro” de cada persona, según se entiende, por contener todas la informaciones genéticas correspondientes a cada corriente de vida en particular. Es el diseño base; y por lo tanto, su descodificación no va a resultar tan sencilla, hasta donde se pueda.

Siguiendo con las inquietudes científicas que ahora se plantean, podemos ver que las iniciativas están dirigidas en esta ocasión hacia la investigación de la capacidad de entendimiento y aprendizaje que ponen en evidencia determinados animales, como por ejemplo, los perros y los caballos.

Se ha comprobado que, éstos responden muy bien a los programas de adiestramiento y de enseñanza, definidos y aplicados por sicólogos, como también por otros  profesionales de áreas relativas; especulándose incluso, sobre una eventual similitud con respecto al desarrollo de ciertos mecanismos neuronales, como de atención y asimilación, que se verifican en los niños, en esa misma línea.

Desde hace muchos siglos, reiteramos, grandes luminarias de las enseñanzas esotéricas espirituales, han venido proclamando la concepción de que todo el  género humano tiene como especie inmediatamente inferior, a los animales; y que, a través del proceso evolutivo correspondiente, estos  últimos alcanzan la individualización de orden, separándose de la llamada “Alma Grupo”, a la cual pertenezcan, e iniciando el sendero de retorno hacia su verdadera Fuente de origen, ya como entes racionales.

Claro que, los animales están agrupados, espiritualmente hablando, de acuerdo con el nivel de evolución que registren; y que, en la medida en que van avanzando, los entornos para su desarrollo, en los futuros ciclos de vida a cursar, están acorde, precisamente, con el grado de concienciación alcanzado.

Es de ahí que podemos observar, que no todos los perros habitan en el  mismo ambiente; tampoco son objeto de igual trato, y cuidos correspondientes.  Por eso, se les ha clasificado, según entendemos, como: perros de raza, con pedigrí, que conviven con los humanos; que prácticamente, forman parte de las tribus biológicas (familias); y, los pobres canes “vira lata”, que viven  a la intemperie; que comen lo que sea; y que por demás, se les desprecia y poco se les protege; lo cual es un craso error, penoso y deleznable, que acarrea expiaciones de significación para aquellas personas que incurran en dichas prácticas. ¡A todos los animales se les debe tratar igual!

Lo mismo ocurre con los caballos y otros animales, sujetos también al mismo proceso evolutivo que los humanos, en las etapas correspondientes; y a dar el salto de la individualización del alma, en acto programado de antemano, por el Hacedor de todo cuanto existe;  como, cruzar además, la barrera hacia el género humano.

Como es lógico suponer entonces, eso explica la capacidad de asimilación y aprendizaje que diferencia a muchos animales; y que probablemente, se verifique con mayor ahínco, cuanto más cerca se encuentren en su avance, hasta el nivel próximo superior:  la Octava Humana. 

Sus habilidades y aptitudes  tenderán a desarrollarse más cada vez; y por tanto, se harán más notorias, aunque inexplicables para muchos; incluyendo, a los científicos, por  enmarcar de manera absoluta las investigaciones, sólo  en su contexto, obviando la fuente originaria de todo, el marco Divino Superior, que rige.

Todos los animales, durante su tránsito cercano hasta el género de los hombres, ya reúnen condiciones cuasi humanas, por lo que se les considera en capacidad de escuchar, aprender, manifestar y captar emociones.  Los mismos, durante esa etapa evolutiva, sienten y padecen todo; al igual que, se expresan a su manera.

Lo que ocurre es que, esa situación de procedencia humana, como del avanzado desarrollo espiritual de los animales (se habla de  castas de caballos, perros, elefantes y monos, entre otros), es muy difícil de aceptar y de asimilar por una gran parte de la humanidad, por razones del egotismo enraizado que le caracteriza, y de lo ignaro, que tantos pecan ser. ¡Pero, según los que saben,  y las evidencias que con mayor frecuencia afloran en tal sentido, todo luce indicar que es así!, gústele o no,  a la gente.

A manera de colofón, cabria incluir aquí el párrafo final de un trabajo de investigación sobre el tema, que bajo el título “Claves de aprendizaje humano en can que entiende palabras”, publica The New York Times (Listín Diario), del 29-1-11, página 6: “Es difícil poner en contexto las habilidades de Chaser y de Rico (perra y perro elegidos para estudios y adiestramientos).  Si sus logros están dentro de las capacidades de su especie, ¿por qué no han sido reportados muchos otros ejemplos?  Sin son singulares, entonces los investigadores han tenido suerte, o los experimentos pueden tener alguna deficiencia”.

Una pregunta pertinente por parte de los humanos, debería ser entonces, ¿qué fui yo antes de ser gente? Así, al reflexionar, se dejará de despreciar y maltratar a los animales; y se les verá siempre como  hermanos menores a cargo.

 Rolando Fernández