En esta pequeña y desamparada isla del Caribe, siempre las autoridades llamadas a contribuir con la solución de los problemas que vienen acosándole constantemente, siempre acostumbran a estar andándose por las ramas, cuando ocasionalmente, y debido a la presión social que reciben, tienen que abordar determinadas temáticas conflictivas.
De ordinario se elude el bajar hasta el tronco, o raíz de las cuestiones que resultan dañosas para la nación, por la ineptitud ostentada, o conveniencias de tipos personales, cuando no grupales envueltas, que impiden el resolver los asuntos de que se trate. A veces, las limitantes son de índole política propiamente.
Entre las situaciones deleznables que vienen “acogotando” a la población se tienen por ejemplo, la inseguridad ciudadana; carencia de los servicios públicos; corrupción e impunidad; apagones a granel (crisis energética, con una tarifa abusiva); carga impositiva alarmante e insoportable; y, probablemente, la de mayor connotación presente y futura: la deficiencia educativa nacional.
Sobre todos esos aspectos dañosos, las alharacas y las demagogias politiqueras han sobrado. Muchos han sido los bla, bla, bla, pero es muy poco lo que se ha resuelto; y, tampoco es previsible que nada reparador se logre introducir, bajo el actual esquema de gobierno representativo que rige.
¡Todo no es más que, bultos y pantallas, cuanto se observa!, pues nunca se pretende bajar hasta las razones mismas que se encuentran en las bases de esas problemáticas, hoy acuciantes y fehacientes. Las pretensiones nada más se limitan a “aeroizar”, mantener por los aires, los contenidos y las eventuales enmiendas que se tratan.
En el caso de la educación, verbigracia, que ha estado muy sobre el tapete durante los últimos meses, algunas personalidades que han permanecido por tiempo suficiente muy ligadas al sector, desempeñando funciones de principalía dentro del área, y sabiendo algunas de ellas lo que en realidad se debe hacer para eficientizar las labores relativas en el país, han dejado correr siempre la bola, y nada en verdad han aportado, teniendo bastante edificación sobre las razones concretas de los problemas relativos que se verifican.
Sin embargo, ahora aparecen en la actualidad, alegando causas y recomendando lo que procedería hacerse. No obstante, nadie hace mención a los problemas medulares que predominan con relación con la actividad educativa a nivel nacional, entre los cuales se podrían mencionar, principalmente: la politización del sector; la comercialización que se verifica en el ámbito privado, como, el no justipreciar como se debe las labores y capacidad docentes.
También, la concepción errada de la no conveniencia en cuanto a enmendar, por entenderse que el desorden y las deficiencias que se verifican por tales razones, en esa área tan neurálgica e influyente, constituyen las columnas en que se sustenta el sistema de gobierno regente, corrupto, demagógico, embaucador, y protector, tanto de las desaprensiones, como de los actos deleznables en que incurre la mayoría de los políticos a nivel nacional. ¡Mientras más bruta es la gente, más fácil se maneja!
Si la educación se eficientiza, y es objetiva, en términos de capacitar real y efectivamente a la gente, resultaría muy difícil entonces que las clases dominantes logren comprar conciencias, para que la ciudadanía vuelque sus preferencias electorales en favor de representantes ineptos, comprometidos con los explotadores internos y externos que gravitan sobre la vida nacional, amén de antinacionalistas en grado sumo, Con una capacidad académica que permita expandir la conciencia ciudadana hasta lo necesario, no se votaría por ninguno de los que aspiran a dirigir actualmente, por ejemplo, los destinos del país.
Como se ha podido ver con respecto a la tan sazonada reforma educativa en esta República (Pacto para la Reforma Educativa que promueve el Gobierno), mayormente se habla con ahínco de que los profesores tienen que capacitarse, obtener grado de maestría, o mejor de doctorado, entre otras cosas.
¡Anjá! ¿Y cómo lo pueden hacer?, ganando salarios de miseria, que a penas alcanzan para poder subsistir ellos y sus familias; sin capacidad económica, para adquirir las bibliografías necesarias; y, mucho menos poder pagar, para cursar los estudios superiores de un tercer o cuarto nivel. Tampoco, comprar los equipos tecnológicos necesarios. Aquí, cualquier docente tiene que hacer un lío de cuartos (préstamo, o echar un “fiao”), si quiere comprar un simple computadora.
Mientras tanto, los envalentonados Ministros de Educación, que de ordinario logran escalar hasta esa posición por razones meramente políticas, no porque en realidad reúnan las condiciones requeridas para un cargo de tal naturaleza, ni en términos de la disciplina misma, como tampoco en el orden gerencial, conjuntamente con los “canchanchanes” de su grupo partidario, devengan jugosos e inmerecidos salarios, en adición a los demás beneficios conexos.
Y entonces, procede reiterarse, a los principales protagonistas – los profesores -, se les tiene como la última parte de la soga, pasando crujías y vicisitudes; que ni siquiera pueden investigar y preparar sus clases en horas de la noche, porque son víctimas también de los abusivos apagones a que están sometidos los barrios marginados nuestros, en los que por obligación tienen que vivir, debido a las precariedades económicas que sufren.
Pero además, a veces la “olla” es tan grande, como se dice un buen dominicano, que no disponen de los chelitos para trasladarse en un carro público to’ destartalado, o una guagua voladora, hasta los planteles en que laboran, o de regreso a sus casas. Por la forma de transportarse, tienen entonces que utilizar vestuarios no muy apropiados para el trabajo, evitando que se les rompa, o ensucie de mala manera, la mejor ropita de que dispongan. ¡Penoso eso!
No se debe olvidar que, el ejercicio docente en la República Dominicana, se ha convertido en una ventana disponible, una desesperante salida, o fuente de empleo más, a la que se recurre para subsistir, más que otra cosa; que muchos de los que dentro del área se desenvuelven, les consideran como enseñadores, no profesores en realidad, y mucho menos maestros. Es muy cierto que algunos requieren de mayor capacidad disciplinaria, y hasta de la vocación imprescindible. ¡No todo el mundo sabe enseñar, por grandes conocimientos que acumule!
Y claro, los ineptos en su mayoría encuentran oportunidades para desempeñarse como tales allí, pues la mayoría de los dotados, con los estudios académicos correspondientes cursados, declinan el ejercicio de la disciplina en razón de los precarios emolumentos que se reciben, como las pocas motivaciones de que se es objeto. ¡Tiene que ser reiterada siempre esa cruda realidad! Muy poco es el número de personas que se deciden por estudiar educación en este país. ¿Para qué?, es lo que dicen. Me gusta, pero……
Luego, sin el concurso efectivo y abnegado de los que deben ser los principales actores en esa área, de tanta importancia para el desarrollo y progreso del país, que no son alentados para contribuir con la causa; que se marginan adrede, con propósitos claramente definidos, como más arriba se expresa, gran parte de cuanto se ha estado proclamando llevar a cabo durante los últimos tiempos, se pude considerar como plena demagogia para entretener a la gente, y justificaciones para favorecer a determinados sectores, como el continuar dilapidando recursos económicos alegremente.
Para capacitar a los miembros de esta sociedad, se necesitan básicamente dos cosas: concienciar para que se quiera aprender, como el concurso oportuno y efectivo de gente apta y motivada por completo para enseñar. Lo demás es complementario, necesario, pero no imprescindible. Muchas cosas que se anuncian hoy en el tenor de lo que se trata, no son más que, “cuadre y cachucha”, como diría en caro amigo.
Es evidentemente que, para que eso aquí se pueda alcanzar, tiene que procurarse primero, la apoliticidad en todo el sector educativo nacional; segundo, que no importe a los gobiernos de turno, el que las personas sufraguen de acuerdo con sus propias convicciones; que no se quiera imponer candidatos en base a prebendas nimias, como a los chantajes y las manipulaciones mercadológicas acostumbradas. Tercero, tratar de controlar lo más posible la comercialización extremadamente mercurial, y los diversos negocios abiertos que se verifican dentro del área a nivel privado.
Finalmente, para resolver los innúmeros problemas nacionales, incluido el de la desastrosa educación por supuesto ¡hay que tratar de agarrar el toro por los cuernos para doblegarlo! No es buscando la fiebre en la sábana para intentar subsanar. Se debe auscultar en el “cuerpo físico” de todos, la estructura global, para determinar con voluntad sentida la procedencia medular de los males que abaten a la República.
El autor es un humilde servidor, ¡y nada más!
Rolando Fernández
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