De acuerdo con una reseña periodística que aparece publicada en uno de los más importantes medios de la prensa local, “Estudiantes Chile impulsaron las protestas sociales”; esas que allí se han venido produciendo hasta el momento, con la insistencia debida. Y se agrega, “Obligaron a iniciar reforma constitucional y mejoras sociales”. Véase: periódico “HOY”, del 9-12-19, página 8B.
Esa es una actitud que se puede considerar como excelente, en el seno de una sociedad perteneciente a un país que sufre situaciones calamitosas terribles, de orden político-económico, muy similares a la nuestras, según lo señalado en el contenido de la reseña aludida, y que penden del “cuello” de un pueblo en vía de despertar. Se movilizan en contra de sus “verdugos” innegables, diciéndoles desde las calles, ¡basta ya!
Destacable resulta el hecho de que, sea la juventud estudiantil chilena la que esté encabezando las protestas cívicas, que ya se imponen, ante las “embestidas” oficiales ordinarias de carácter económico que se reciben; como, las promesas incumplidas por parte del gobierno; y, los desabastecimientos de atenciones médicas, al igual que de medicinas para pacientes, entre otras cosas. Constituye ese, un ejemplo muy loatorio, y justo, obviamente, pues se busca combatir los padecimientos y burlas presentes allí.
¡Ay!, la recordable llamada “juventud rebelde” de otrora en Dominicana. ¡Cuánta falta hace! Qué diferencia tan significativa respecto de lo que hoy se tiene: jóvenes alienados, e inmersos casi por completo en malos hábitos.
Además, adheridos a una penetración cultural extrema destructiva, con relación a la idiosincrasia de los dominicanos; “soslayante” de la soberanía nacional; y marginadora de los símbolos patrios. Les importa muy poco a los jóvenes presentes, la maltratada sociedad local en que viven.
Así como en Chile, se debería proceder en otras latitudes, partiendo de que son los jóvenes los más llamados a exigir a los poderes gobernantes las reivindicaciones, o enmiendas debidas, en favor de las grandes mayorías más necesitadas; como, de los mismos protagonistas populares hoy, para poder liberarse estos un poco del innegable futuro incierto que les espera, legado por clase política dominante.
Claro, aquellos son jóvenes estudiantes con capacidad pensante, y formación académica bien administrada; no son de esos que van a las aulas de las escuelas, colegio y universidades, a hacer bultos, y a dejarse usar por los políticos, como tontos útiles, tal es lo que hoy se observa en Dominicana, donde el gobierno aporta bastante al sector, según los alegatos, lo cual se puede considerar como cierto, 4% del PIB.
Pero, cabría preguntarse en tal sentido, ¿qué se está logrando con eso en realidad? ¿Qué destino se les da a esos dineros?, ¿Se está educando en verdad?¡Los resultados no se ven!
Se argumenta sobre ese particular, que se debe continuar haciéndolo, sin importar las deficiencias que se verifiquen en el sistema educativo; y, al margen de los resultados que de ordinario arrojen las pruebas Pisa. Claro, cualquiera se preguntaría, ¿para qué?, para que sigan en lo mismo, con esos recursos abundantes, ¡politiqueando!, y malversándolos alegremente nada más!
Muy a propósito de eso último expresado, como de la baja formación que ostenta el estudiantado dominicano, si es comparado con el de otras naciones, como el caso Chile, verbigracia, resulta chocante que el señor José Luis De Ramón, en un amplio artículo que publicara en el periódico “HOY”, edición de fecha 6-12-19, en el que luce estar filosofando, loando al gobierno, y justificando, al igual que lo hacen otros personajes nacionales, con respecto a esa temática de la deficiencia educativa local, dijera que,: “La inversión del 4% debe seguir, con o sin contar con pruebas Pisa”.
Parce ser, según se advierte, que ese jugoso aporte gubernamental es lo que más interesa, en su opinión, claro está; no, la eficientización de la enseñanza en el país, a los fines de poder competir con otros de similares características sociales que el nuestro.
Agrega en su extensa opinión, como justificantes sobresalientes, entre otros, primero que, “Partiendo desde donde estamos, sacar notas razonables en las pruebas Pisa, es cuestión de 30 años haciendo las cosas bien y con suerte. Y por supuesto, dedicando por todos estos años el 4% del PIB a la educación”. “¡Qué esperanza, Margot!”, como diría el pueblo.
Y, segundo, mantener la llamada “tanda extendida” – aumento horas de los niños en las escuelas -, lo que permitiría “suplir los alimentos que los niños no consiguen en el hogar y al mismo tiempo utilizar estos alimentos como anzuelo para que los padres se motiven a enviar a los niños a la escuela”. “¡Qué bien!”
Según se infiere de este otro motivo considerado, el asunto luce ser en parte, combatir el hambre hogareña, no formar a los alumnos académicamente; como, negociar, y buscar comisiones, con las compras de los comestibles requeridos.
Pero, además, el mismo señor De Ramón, plantea algunas preguntas muy dignas de mención aquí, por necesidad, e incluidas en la parte introductoria del trabajo de referencia, que resultan hasta risibles, dado el grado de politización por todos conocido entre nosotros, que lacera sobremanera el área educativa nacional.
Es algo que va desde la principal posición dentro del ministerio correspondiente, que por lo regular, quien la desempeña, no está allí por aptitudes, ni los conocimientos sobre el sector requeridos, y currículo suficiente relativo que presentar, sino por su ligazón con los gobiernos de turno. Muy pocos de esos han pasado nunca por un aula de clases.
Vemos, por ejemplo: “¿Cómo es posible que hayan gastado tantos millones de pesos en educación y nuestros resultados sean tan bajos?”.
Bien se podría contestar esa, con otra interrogante de entrada: ¿en cuál educación? No se educa politiqueando, y construyendo escuelas, que a veces ni son bien concluidas, amén de tampoco quedar equipadas debidamente.
¡Sí que se han sido usados, en ambas faenas señaladas en el párrafo anterior!, como es de público conocimiento, principalmente, por la búsqueda de poder estatal; y, los negocios, como las comisiones que se desprenden de las edificaciones que se han estado llevando a efecto. ¡Referentes se tienen de sobra!
Una Segunda, “¿Estamos tirando el dinero a la basura?”.
¡Claro que no! Lo que se está haciendo es, politiquería en alto grado; costeando actividades fuera del género; y, reciprocando con patrocinadores de campañas electorales.
Una tercera, “¿Debe el gobierno gastar menos en el sector?”.
¡No!, más, sería mejor; pero, siempre y cuando se controle su uso.
Cuarta, “¿Puede el gobierno gastar más eficientemente el dinero dedicado a educación?”.
¡Evidentemente que sí!, procurando evitar los despilfarros de recursos que se estilan dentro del área, con propósitos distintos, a través de disponer los controles necesarios, y la supervisión pertinente.
Quinta, y última aquí, “¿es la ADP el otro brazo de “los dueños del país”?”.
¡Brazo no!; pero, laguna de politiqueros coloreados sí, con parcializaciones que manchan el trabajo a cargo; y, que supeditan a objetivos individualizados, o grupales, como las actuaciones docentes ordinarias, y su efectividad, en el sentido de las labores educativas exigibles que deben realizar los profesores.
Esos, amén de los tráficos de influencias que median regularmente en las designaciones que se producen dentro del campo público docente, y que, lógicamente, dañan más el asunto, por actuarse al margen de las aptitudes individuales requeridas.
Es obvio que, dentro de esta temática, y en términos generales, hay mucha tela por donde cortar, localmente hablando; que no hay que esperar 30 años para poder lograr evaluaciones razonables en alguna prueba Pisa; y, que se puede bien superar el bajo nivel educativo de la población dominicana, si hay voluntad en los grupos hegemónicos que aquí se destacan, con principalía los políticos.
Ahora, la medida imprescindible, columna, que se debe adoptar, es la despolitización de todo el sector educativo nacional, comenzando por el ministro mismo que se designe para dirigir, y descendiendo jerárquicamente, hasta todas las posiciones concursantes dentro de la “orquesta”, principalmente en las direcciones de las escuelas y liceos públicos del país, donde el grueso de la población en edad preparatoria asiste.
A nivel privado, como es lógico suponer, la fragancia que se respira es otra; pero, tampoco se debe estar exento allí de las exigibilidades pertinentes por parte de los organismos oficiales del ramo. Se tiene que cumplir también en ese, con todas las normas regulatorias de lugar, dictadas por el ministerio de Educción de la República.
Juventud estudiantil dominicana, ¡a emular hoy a la chilena! ¡Nosotros éramos ayer así! No debe ser esa la única preocupada y combativa en el escenario actual de las gobernanzas políticas impropias que prevalecen en la actualidad, a nivel de los tantos pueblos burlados y maltratados por los verdugos, desaprensivos mandatarios, que los dirigen, y los grupos que los respaldan.
¡Autoridades competentes nuestras, vamos a agarrar aquí el toro por los cuernos!, y dejémonos de tantas “pantallas”, demagogias burlescas. y justificaciones a coro mal fundadas.
El sistema educativo nacional, que se entiende como la mejor vía para proporcionar a los alumnos las llamadas tres competencias que pretende descubrir PISA: “lectora, matemática, y en ciencia”, según otro opinante en este “solar”, deja bastante que desear. El término competencia, en una de sus acepciones, significa capacidad para hacer algo, es preciso aclarar.
En el marco de nuestra ignorancia, y obviamente, y siendo uno de esos “comentaristas no poseedores de una autentica provisión de competencia en asuntos tan complejo, que asumen el papel de “expertos inesperados”, según alguien sostiene, en forma un tanto despectiva, con relación con la temática aquí tratada, aunque sí con algunos años de experiencia docente a nivel universitario, no nos parece que PISA, por la naturaleza de las tres competencias que procura descubrir”, deje de estar ligada a “planes de estudios ni currículos específicos. Tampoco evalúe contenidos de aprendizajes insertos en los programas de estudio de un país”. ¡Luce poco lógico que así sea!
El que no esté preparado para leer bien, manejar matemáticas; y, edificado lo suficiente sobre aspectos científicos, para completar saberes, no es vedad que podrá “analizar y resolver problemas, manejar información y enfrentar situaciones que se presenten en la vida adulta, que requieran habilidades”, y que son de los objetivos que persigue la evaluación de PISA, en términos de competencias, pericias y aptitudes, según algunos entienden. El que pueda hacerlo sin reunir esas capacidades, ¡bendecido sea!
Autor: Rolando Fernández
www.rfcaminemos.wordpress.com
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