En Dominicana, ¡no todos los ciudadanos cuentan para los gobiernos que se gastan! Satisfacciones para los poderes políticos y sociales que rigen en este país, sí que se tienen. ¿Y para los pobres que abarrotan esta maltratada sociedad qué? ¡Solo marginación, desasosegados a granel! Las muestras están de sobra. ¿Quién dice que no?
Finalidad más que evidente, respecto de cuántas obras estatales se vienen llevando a cabo a nivel local, desatendiendo necesidades pueblerinas más apremiantes, y utilizando recursos financieros provenientes de los mismos impuestos con que se castiga a la población; como de los múltiples empréstitos concertados con el exterior, cuyo uso en parte se desconoce (se pierde un alto porcentaje en las uñas de los políticos de nuevo cuño), y que no se sabe cómo, ni quienes los van a pagar en el futuro.
Muchas de ellas, no es que no se requieran; pero, es obvio que, se deben postergar, para dar paso a otras realizaciones que se reportan más urgentes en lo concerniente al disfrute de la población en sentido general.
¡Qué a todos beneficien!; qué el grueso de la gente en esta nación se sienta favorecido; y, no un gran porcentaje afectado en su modus vivendi, como ha ocurrido en el caso del último relumbrón exhibido, entre otros llevado a efecto con anterioridad: el flamante Teleférico de Santo Domingo.
A ese respecto, “Choferes Sabana Perdida y Tres Brazos al grito; Teleférico arrasa con pasajeros”. (Periódico “HOY”, del 29-5-18, página 7ª):
“Cientos de choferes del transporte de pasajeros de los Sectores de Sabana Perdida y los Tres Brazos lanzan el grito al cielo debido a que con la puesta en servicio del Teleférico de Santo Domingo su labor se ha reducido considerablemente”.
Es evidente que, en nada de eso se pensó al idear el precitado proyecto; sí en reciprocar con los patrocinadores de los políticos locales, que costean campañas electorales, con principalía la última pasada (reelección del actual mandatario, según lo que ha trascendido), para que los mismos pudieran recuperar parte de los recursos financieros invertidos en tales menesteres, participando de ese jugoso “botín” ofertado.
Mientras todos aquellos obreros del volante “pasan las de Caín”, como se dice, al ver mermadas sus actividades laborales, en tanto que sus familiares estarán sujetos a más limitaciones de orden económico en lo adelante, politiqueros, y consorciados “solventadores” de las aspiraciones de todos esos trúhanes a los cargos electivos nacionales, podrán continuar amasando fortunas inmerecidas. ¡Les sirvieron otra mesa para el disfrute del pastel estatal!
Cualquiera se preguntaría, y cómo es posible embarcase en ejecutorias de ese tipo, sin prever las medidas compensatorias necesarias. No pensar en el quitarles de golpe y porrazo la fuente de trabajo a esos humildes servidores públicos, sin proporcionarles ninguna clase de sustitutivo a la vista; que tal actitud puede generar un malestar social de alta consideración. ¡Cuidado!
También, contribuir a fomentar más aún las actividades delincuenciales a nivel local, teniendo que recurrir esas personas a lo que venga, para poder subsistir. Esa gente no se va dejar morir de hambre. ¡Se las van a buscar como sea! ¿Y, qué es lo que hoy está más a la mano en este país? ¡Tarea!
Preciso es destacar, en adición a la problemática de que se trata, que las obras de ese tipo, sin la planificación justiciera debida, van acorde con el “elefante blanco” del crecimiento económico, qué tanto se cacarea en este país, y que se difunde ampliamente, solo para aparentar un bienestar que los dominicanos no tienen; que se queda solamente en los bolsillos de la clase pudiente y dominante; que no trasciende hacia el pueblo en sí; y, con lo cual nada más se pretende hacer proselitismos políticos electoreros, como buscarse nuevos préstamos en el exterior.
Ahora, ocurre que, “todo obra para bien”, reza una máxima. “Las mentiras tienen las patas cortas, y se les nota fácil el cojear”, dicen algunos pensadores. La gente de este Gobierno, y sus adláteres más cercanos, se han estado jactando de decir, “que la pobreza está a punto de acabar en Dominicana; que se le ha venido combatiendo con ahínco durante los últimos tiempos”. ¡Cuánta demagogia, mamacita!
Las patrañas envueltas en tales aseveraciones, serán bien fácil de comprobar en el presente, a partir de la amplia y efectiva visión que se podrá tener desde el ostentoso y flamante Teleférico, transitando sobre una serie de barrios carenciados que “adornan aquellos sectores” elegidos para su desplazamiento. “Lindos” paisajes, que desmentirán en ese sentido a los mandantes de turno, será posible observarles.
¡Qué poca memoria han tenido aquellos que gobiernan en la actualidad! En lo adelante, ya no podrán continuar diciendo lo mismo. ¡Se acabó ese “estribillo teatral” electorero releccionista! Tendrán que elaborar otro mejor, más convincente.
Autor: Rolando Fernández
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