¡Qué paradoja!, préstamos van y vienen como por arte de magia, en el marco de una economía local en crecimiento constante, que se considera incluso dentro de las líderes favorables en la región del Caribe, según los facilitadores de los empréstitos que se suscriben, y las cajas de resonancia locales que les hacen el juego.
En un país donde resulta más que cuestionable cada vez su real capacidad industrial productiva, como de exportación, en términos de bienes y servicios; y, en el cual se está previendo una eventual incapacidad de pago futura para honrar tales compromisos, lo que podría poner en juego hasta la soberanía de la nación, resulta muy cuesta arriba estar hablando del logro de tal condición.
Pero, los economistas corporativos del patio dicen que sí; que el crecimiento económico durante el presente año 2018, podrá estar cerca de un 6% del PIB, haciéndoles coro a los organismos internacionales de financiamiento, para que se continúe haciendo uso de sus ventanillas, propósito real de esos últimos.
Ellos, tanto los unos, como los otros, deberían satisfacer las inquietudes de mucha gente aquí, que desde hace bastante tiempo se viene preguntando, cómo es que se puede crecer económicamente en porcentajes evidentemente halagadores, cogiendo tantos cuartos prestados; y, contrayendo compromisos con el exterior, que no se sabe de qué forma se podrán honrar luego
¡Esa es una combinación que no rima!, crecimiento y deuda externa a granel, se entiende casi a nivel consenso; con un país endeudado hasta coronilla, y con las manos de los políticos desaprensivos sueltas para proseguir comprometiendo su porvenir financiero; y, diciéndoles a las futuras generaciones: “el que venga atrás que arree”.
La última “lindura” en el tenor de lo que se trata es: “Senado aprueba préstamo US$150 MM para desastre”. (Periódico. “HOY”, del 26-4-18, página 14ª).
Otro más, sometido por el Poder Ejecutivo, a contraer bajo la modalidad de línea de crédito contingente, para girar en su momento, con el Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento (BIRF), para el “fortalecimiento de las instituciones para mejorar la resiliencia ante fenómenos climáticos y desastres con sectores prioritarios”; proporcionar al Estado dominicano liquidez inmediata, ante la ocurrencia de tales fenómenos,
¡Lindo y embaucador destino!, se considera con relación a ese nuevo “enganche”. ¿Quién, y cómo se controlará el real y efectivo uso de esos recursos, en una nación donde las tentaciones politiqueras estatales siempre están a la orden día? Pregunta para los inteligentes.
Parece ser que el espejo de la vecina isla de Puerto Rico en la actualidad, no es suficiente para nosotros vernos. Todas las calamidades y penurias hoy allí presentes se quieren achacar ahora solo a los desastres últimos naturales que le afectaron, y en nada al escandaloso fardo de la deuda contraída por los políticos de ese país. ¡Muy buen cristal para Dominicana contemplarse!; que se repare en eso, en vez de estar cacareándose tanto, sobre el bobo para entretener del crecimiento económico favorable entre los dominicanos.
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