Sentarse sosegadamente a pensar un poco sobre las cosas que vienen acaeciendo en este país, en términos generales, deprime; hace sentir impotente a cualquiera; y hasta frustrado. Si, frustrado, por lo tanto que en vano ayer se hizo; las luchas que se emprendieron. Todo, en pos de las reivindicaciones posibles y de un mejor futuro para esta sufrida Nación, cuya convivencia entre su gente, y satisfacciones materiales hoy, luce peor que otrora.
Adornando ese sentido de desesperanza que en la actualidad decepciona a los dominicanos, está la ausencia de verdaderos líderes políticos, emprendedores y nacionalistas; aquellos que son los que de ordinario aspiran a dirigir la cosa pública. Solo se alcanza a ver en el horizonte un mercado de politiqueros y tránsfugas, ávidos de bienestar y riquezas desmedidas, pero solo en términos personales.
Son ejemplares que se venden como un producto cualquiera, al mayor postor; a la “partidocracia” que mayores beneficios les ofrezca. Ya no se está pensando en ningún tipo de bienestar para la sociedad en general; solo en demagogias y falsas promesas, para embaucar a la gente, utilizando a los vendedores de imágenes, que también siempre se han lucrado del negocio, y que ahora se denominan “mercadologos”, con especialización en el ámbito político.
Aparentemente, no hay correctivos por vía civilizada para el gran desorden y despropósitos que vienen afectando a esta maltratada Nación, a menos que pueda surgir un nuevo liderazgo político emergente, con una visión distinta, en cuanto a erradicar las causas principales que originan la gran problemática dominicana de estos tiempos, que son innumeras.
Como se dice en el argot popular, para muestra basta un botón; y, aquí sólo tenemos que pasearnos por las calles y avenidas nuestras para percatarse uno de un tráfico vehicular asqueante, estresante, acalorado en extremo, por las altas temperaturas cuaresmales; conductores irritados y temerarios, públicos principalmente, que vociferan improperios sin piedad, etc., y pobre del que les conteste, lo rellenan como una longaniza.
Otra situación que desde hace varios años se viene tornando insoportable, irritable y desesperante para los dominicanos, es la escasez de energía eléctrica (apagones de muchas horas por doquier), que no permite que las personas puedan descansar lo suficiente en horas de la noche; dormir para reponer las energías físicas y mentales, utilizadas durante el día que termina, según lo dispone la propia Naturaleza. Sin luz, un calor intenso, mosquitos molestando y picando, amén de los problemas económicos en que pensar, el descanso nocturno se hace imposible.
A todo eso hay que agregar que, muchas veces tampoco aparece agua para bañarse; y, para conseguir el preciado líquido, hay que comprarlo a los camineros negociantes que se aprovechan de la crítica situación para hacer su agosto, especulando con el precio, y actuando en connivencia con los despachadores en los centros de abastecimiento habilitados por el organismo oficial correspondiente, para tratar de paliar el problema, con repartos esporádicos barriales.
Pero además, cuando se quiere colar un poco de café, o cocer algún alimento para sustento, hay que rogarle a Dios, que quede gas en el tanque, porque ya uno sabe lo que paga por el carburante, pero desconoce la cantidad con que puede contar para uso, por la mafia descubierta en los lugares de expendio en contra de los consumidores obligados, sin correctivo alguno aún, por parte de las autoridades competentes, que haya trascendido.
Entonces, para que un pueblo resista tanto en contra de su sosiego y supervivencia, siendo maltratado sin rubor, solo queda pensar que los jerarcas políticos que regentean el sistema dominicano, le han estado medicando con un producto de fabricación “objetiva dormilona”, que bien podría denominarse – Tranquilicina Compuesta – para que todo pase desapercibido ante los ojos e inteligencia de la gente; y, que ésta se haga la loca, como dicen los jóvenes ahora.
Lo que no está muy lejos de verse, es que puede ocurrir que el exceso de “Tranquilicina” sature de tal forma al organismo social nacional, que se revierta el efecto total a que se aspira, y se produzca un desbordamiento social de impredecibles consecuencias, que se lleve incluso de encuentro todo el sistema de partidos políticos vigente, en procura del reordenamiento, orden, respeto, justicia y conciencia republicana, a que todo verdadero dominicano debe propender.
Rolando Fernández
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