Otro Sodoma y Gomorra se prevé, para exterminación definitiva de esta subraza de la humanidad, en vía de desaparición, quinta (5ta.) de la quinta (5ta.) Raza Raíz, para dar paso a la sexta (6ta.) subraza de la misma. Siete (7) son las Razas Raíz que habrán de habitar sobre el planeta Tierra, hasta que éste alcance el debido nivel sagrado necesario, según las concepciones esoteristas.
Y es que, el grado de degeneración que ha venido alcanzado la sociedad mundial en todos los sentidos, destacándose principalmente a nivel de las actitudes de carácter promiscuo en los Atributos divinos del Creador Supremo, expresándose equivocadamente entre los humanos, como hombre o mujer, no deja otra cosa que pensar.
Lo último que ha estremecido al mundo a ese respecto, es la reciente decisión adoptada por la Suprema Corte de Estados Unidos, en cuanto a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en todos los estados del país. ¡Insólito eso! Se llevaron de encuentro todos los preceptos bíblicos relativos a la homosexualidad.
Las informaciones referentes han tenido un vasto despliegue de prensa en los periódicos nacionales, y suponemos que en los extranjeros también, entre las cuales merecen ser destacadas: “El presidente Barack Obama celebró la decisión, como una victoria para la Casa Blanca un día después que la Corte Suprema garantizara la continuidad de su reforma al sistema de salud”.
De otro lado, dijo el primer mandatario de aquella gran nación, “Hoy podemos decir sin tapujos que hemos hecho nuestra unión un poco más perfecta”. Ambos pronunciamientos como que inquietan un poco, ¿verdad?
Pero hay algo que aparece en las reseñas correspondientes, que llama poderosamente la atención, en el sentido de que, “En un fallo histórico, el máximo tribunal del país decidió, con cinco votos a favor y cuatro en contra, que la Constitución requiere que los estados lleven a cabo y reconozcan el matrimonio entre dos personas del mismo sexo”. Obviamente, refiriéndose a su Carta Magna.
Para cualquier entendedor eso significa que, la misma tiene que estar por encima de la Sagrada Biblia, en la que se “condena fuertemente la homosexualidad como una perversión impía del designio de Dios de un hombre y una mujer en un matrimonio amoroso y para toda la vida (Gén. 2:18-25; Mat. 19:4-5)”. Eso está en ambos testamentos.
Pero además tenemos: «No te echarás con varón como con mujer; es abominación» (Lev. 18:22). «Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre» (Lev. 20:13).
Hay algo bastante interesante sobre la temática, en adición, que aparece publicado en la red de la Internet, muy digno de transcribirse aquí:
“Pablo describe claramente la homosexualidad como una de las perversiones morales de los gentiles en su rechazo de Dios. «Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 26) Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27) y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío» (Rom. 1:24-27). La ley de Dios condena la homosexualidad, junto con al asesinato, como rebeldía impía (1 Tim. 1:10)”.
Como se puede verificar con facilidad, y como es lógico entender, se tienen algunas opiniones en contra al castigo a la homosexualidad, probablemente acomodadas. No obstante, son muchas las aclaraciones y censuras que sobre el particular aparecen en las Sagradas Escrituras, y respecto de las cuales todos los hombres (general) deben reflexionar. Jamás pueden ser de la Voluntad de Dios, procederes humanos que vayan en contra de lo que prescribe la Madre Naturaleza.
Pero además, el Creador del Universo manda a “creced y multiplicao”, evidentemente a través de la procreación hombre-mujer, no proclamando solamente “la ley de un crecimiento individual”. Luego, la pregunta obligada es, ¿cómo pueden hacer eso los homosexuales? ¡No es posible!
Es por todo lo expresado aquí, el juicio que cualquiera ahora se formaría, en cuanto a que, según el parecer de la Suprema Corte EEUU, y el presidente de la gran nación del Norte, se infiere que, su Constitución debe de estar por encima de la Sagrada Biblia.
¡Craso error!, con consecuencias punitivas futuras impredecibles, amén del cocktail de enfermedades peligrosas de transmisión sexual que vienen afectando a tantos miembros de la sociedad mundial.
Ojala que la decisión del Norte, no trate de ser emulada por los demás países, principalmente los tercermundistas. En el caso nuestro, que tanto nos gusta copiar, ¿quién introducirá la iniciativa motivada al Congreso Nacional? ¿Cuál será el agraciado legislador o legisladora?
Rolando Fernández
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