Desde hace ya más que tiempo razonable, los médicos dominicanos que ejercen para el sector público, IDSS principalmente , vienen luchando de manera fervorosa en pos de reivindicaciones en su favor, comenzando por el pago de emolumentos justos, adecuados a sus necesidades de subsistencia, como a la facilidades de interacción y de atenciones oportunas con respecto a los pacientes.
Son variados y diversos los eventos, marchas, encuentros y reuniones con las autoridades del Ministerio de Salud, que se han llevado a efecto; algunos con desenlaces muy penosos y lamentables, producto de las represiones recibidas, sin que a la fecha nada positivo se haya logrado. Solo mofas, promesas incumplidas y tácticas dilatorias.
La verdad es que, esa es una situación que se torna cada vez más preocupante, si tomamos en consideración la importancia de un ejercicio profesional de esa naturaleza, en favor de la población menos pudiente del país; y que, se esté con frecuencia jugando con algo que a la luz del más mínimo razonamiento ponderado, aunque obviamente, al margen de las actitudes políticas partidaristas, y los aprestos de comercialización de la medicina en sentido general, resulta pertinente.
Por demás está decir que, uno de los ejercicios profesionales que de mayor actualización, delicadeza y ética requiere, es el de los médicos, por la implicaciones de la práctica indebida y a disgusto, que se reportan de ordinario en contra del mayor activo con que cuenta toda persona: la salud.
De ahí que, esa problemática de insuficiencia salarial que se registra, siempre en pugna con las autoridades gubernamentales de la Nación, y que provoca la realización de tantos paros de labores en los hospitales y demás centro de salud, sea digna de máxima consideración, reflexión y acatamiento consensuado entre las partes envueltas.
No cabe duda que, en términos comparativos, constituye una injusticia el hecho de que una serie de politiqueros, ineptos y casi analfabetos, devenguen salarios de lujo en este país, desde determinadas posiciones burocráticas e infuncionales, amén de las prebendas adicionales que les otorgan, por preferencias personales y de otra índole, cuando muchos médicos del sector de la salud pública reciben sueldos de miseria, que solo les permiten subsistir.
Se alega nivel de los corrillos gubernamentales, y es la imagen que se ha tratado de vender a la opinión publica, de que los médicos no trabajan en los hospitales públicos, y que solo asisten a los mismos un par de horas, para justificar su responsabilidad; para dejarse ver, como se dice en buen dominicano.
Pero, aquí surgiría entonces la siguiente pregunta, ¿Cómo vivirían esos profesionales de la salud, con los míseros salarios fijos que devengan, de entregarse a tandas completas en los centros asistenciales? Tienen necesariamente que acudir al modelo de trabajos compartidos (pluriempleo), para poder reunir los ingresos mensuales requeridos, que les permitan vivir adecuadamente, y con representatividad, acorde con su nivel social.
Creemos, por consiguiente, que toda persona sensata tiene que estar de acuerdo con los reclamos salariales que el sector médico público viene elevando desde hace ya gran tiempo, aun sea con la aplicación de los controles de seguimiento requeridos, por parte de las autoridades competentes, en términos del cumplimiento cabal de sus responsabilidades.
Que las excusas de falta de recursos presupuestarios que se esgrimen para no corresponder a los profesionales de esa disciplina, en el fondo no lucen ser las reales causas, ya que en este país se malgasta suficiente dinero en cosas improductivas, como ese mismo derroche que ahora se observa en caravanas y francachelas políticas, en la proximidades de un proceso electoral. La gran cantidad de dinero que para tales fines, y otros que no observan, se entrega a los partidos políticos del sistema, daría para hacer muchísimas cosas prioritarias que requiere esta sociedad, como esa de que se trata.
Hacia donde se infiere que podría estar dirigida la negativa en cuestión, es a la privatización total de los servicios médicos en la República Dominicana, para que todo quede en manos de las instituciones comerciales del ramo, y de los llamados ahora “empresarios de la salud”; ya no galenos, con marcado sacerdocio y abnegada vocación de servicios, en favor de sus congéneres, pudientes económicamente o no.
Confirma aun más esa percepción ciudadana, la gran falta de equipos médicos que afecta al hospital Salvador B. Gautier, del Instituto Dominicano de Seguro Social, IDSS, a pesar del gran remozamiento modernista de que ha sido objeto, según reseña un periódico local de fecha 28 del presente mes. Sobre el particular dijo el jefe de cardiología en dicho centro, doctor Fulgencio Severino, “Los médicos son el único apoyo que tienen los pacientes”, y que, “la misma situación debe afectar a los demás centro asistenciales de la red del IDSS”.
Rolando Fernández
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