A veces resulta aconsejable el medir las palabras que se utilizan al exponer, máxime cuando se hace a nivel público, para no herir susceptibilidades, pecar de egotista, y resultar al final siendo el menos informado, el más aéreo, siempre adherido a los convencionalismos, que solo tienden a confundir a todo aquel que poco indaga, los cuales normalmente se creen sabios en su propia opinión, y no se consideran jamás como ignorantes conscientes.
A partir de la aprobación por parte de la Cámara de Diputados de la República del nuevo controversial Código Penal, que hasta han osado denominarle “el tollo”, y todo lo demás ocurrido a posteriori, que es de amplio conocimiento público, en el que se introdujera una vez más el tema, y disposiciones relativas, en cuanto a la penalización del aborto, se ha desatado el “lío de los cieguitos” podría decirse, entre juristas doctos, gente pensante, alienados, y títeres subvencionados, entre otros.
Es obvio que, esos congresistas actuaron en principio acogiéndose a las estipulaciones legales referentes, que fueron consensuadas ampliamente a nivel legislativo, social y médico-científico, a los fines de ser incluidas en la última versión de la Constitución de la República (2010), como en efecto ocurrió, aunque después les hicieran dar marcha atrás, y se acogieran a procedimientos impropios que han sido muy criticados, creando incluso una gran confusión con relación al intrincado tema, por lo que dicha decisión es muy previsible que será recurrida ante el Tribunal Constitucional de la República, como ya lo hiciera la Fundación Justicia y Transparencia (FJT), de inicio, según aparece reseñado en la prensa local, del 7-1-15.
Muchas han sido las opiniones vertidas a favor y en contra de todo lo ocurrido, cada cual enfocando el asunto desde los ángulos de sus propias conveniencias; cuando no, inducidos por razones de índoles enteramente económicas. Es bien sabido que les pagan a ciertas ONGs, para apoyar y difundir los objetivos de los organismos injerencistas y regentes desde ultramar, en tal sentido.
En ese mismo tenor, también, están las aguerridas feministas alienadas de nuevo cuño, en el marco de su mal concebida liberación femenina, tratando siempre de presionar e imponer criterios descabellados, en términos de la competividad frontal con el sexo opuesto, en todos los órdenes: laboral, político, social, y hasta religioso.
Los que se oponen a la penalización del aborto en todas sus partes, se han explayado hablando sobre el tema. Se le ha dicho religioso ignorante a mucha gente; también que, de dar cabida a ésa, la cuestión, se convertiría en perniciosa e involutiva; que los fanáticos religiosos son más peligrosos que los políticos; que hay que descartar las opiniones y análisis de aquellos que no tengan esposa o una hija en edad fértil; que éstos deben callarse, en alusión directa al máximo representante de la Iglesia Católica en el país.
En adición se externó que, “Nuestros legisladores, en su mayoría violadores reincidentes de la ética publica (ejemplo: barrilito, cofrecito, exoneraciones injustificadas, maletines, etc.) temen perder votos porque curas y pastores amenazan con atacarlos en sus prédicas y medios de comunicación si despenalizan el aborto por riesgo de la madre y violación sexual”.
“Por ese “miedo” los legisladores aprobaron primero un Código Penal con absoluta prohibición del aborto”. Y se agregó: “La aprobación inicial del Código Penal con la penalización absoluta del aborto revela la irresponsabilidad pública de los legisladores dominicanos”.
La verdad es que, ha habido muchos excesos innecesarios. Se acusa a los congresistas actuantes de temerosos con respecto a los curas y pastores, como de irresponsables y faltos de ética pública. Aunque pudiera haber algo de eso en los componentes de ese primer Poder del Estado nuestro, no creemos que tales imputaciones se hagan necesarias, por defender concepciones particularizadas, e interesadas, sobre un asunto tan intrincado como ese del aborto.
Véase: periódico “HOY”, del 31-12-14, artículos, “En defensa de la Mujer” y “Código Penal: el tollo”, trabajos tomados como referencia, para entonces enfocar el tema desde una óptica muy diferente a cuántas se han utilizado para verter opiniones y comentarios relativos.
Considerado así el asunto, se podrá reparar en el porqué no se debe estar hablando de ignorancia, y pretendiendo justificar con superficialidades pantallozas o interesadas las defensas sobre un asunto tan insoldable como el aborto, cuando es asociado con la verdadera esencia de la especie humana, que debe ser el referente obligado a ponderar de entrada: espiritual, para no quedar finalmente como ignorante inconsciente.
Primero, se debe precisar que: el opio es una droga, tal define la planta el diccionario, y que, Karl Marx, la asociaba en términos analógicos con respecto a la religión, como adormecedora de los pueblos, en el orden de alienación, subyugación, e intermediación divina, acomodada a sus intereses, y manejos requeridos hacia la feligresía en general. Pero además, tratando de apartarle de la verdadera espiritualidad, podría decirse, a través de la cual las cosas que se pueden lograr por uno mismo, sin mediación de nadie; no curas, tampoco pastores.
Esa concepción última, bien podría asociarse en parte con lo plasmado por la doctora Caroline Mine, en su obra “La Anatomía del Espíritu”, cuando dice, “La religión es ante todo una experiencia de grupo cuya principal finalidad consiste en proteger al grupo, en especial de las amenazas físicas: enfermedad, pobreza, muerte, crisis sociales e incluso la guerra. La espiritualidad por su parte, es una experiencia individual orientada a liberarnos de los miedos del mundo físico y buscar una relación con lo Divino”.
Por otro lado, se concibe con relación a la temática del aborto, en cuanto a que debe ser despenalizado, “que la religión no es el opio de los pueblos sino la ignorancia”, como queriendo decirse, que de no aceptarse de esa forma, se estaría procediendo como tal, debido a las concepciones religiosas,
Aunque podría haber cierta similitud entre religión e ignorancia, en términos adormecedores, los efectos reales, asociados con los que se inclinan porque la penalización se mantenga, difieren de forma considerable.
La ignorancia es, en una segunda acepción: “Falta de conocimiento acerca de una materia o asunto determinado”, según el diccionario. El ignorante carece de instrucción, no básica, sino profunda en realidad, cuando se refiere a una cuestión tan compleja e inescrutable, como es el caso de troncar una vida en su origen (homicidio), si cabe el señalamiento o apreciación.
Y, ahí sí es que en verdad está el quid del asunto en lo referente a ese tema. ¡Cuán ignorante se es en realidad!, con respecto al factor de mayor importancia a considerar en lo concerniente al aborto y sus consecuencias: la verdadera esencia humana – espiritual. El adormecimiento “opiano”, a través de las religiones, es mucho menos incidente para esgrimirlo de forma acusatoria contra nadie.
Decía el Iluminado Buddha Gautama, durante sus certeras enseñanzas, “que el pecado capital de la humanidad es la ignorancia”. Claro, en términos más apropiado a su estirpe. ¡Lamentable que no se reconozca, y se trate de superar esa debilidad!
Al referirse al tema del aborto, con todas las consideraciones expuestas, cuántos han pensado en que los hombres (general) somos en realidad entidades espirituales encarnadas, haciendo acto de presencia en el plano terrenal, y procurando experiencias humanas, siempre todo sujeto a una corriente de vida prediseñada, que se inicia desde el mismo momento de la concepción.
Eso es algo que tiene suficiente aval científico ya, y que incluye en su plan: selección de padres, circunstancias para ser concebidos, características propias individuales, condiciones existenciales, etc. a los fines de expresión divina en el plano terrenal, y de las conquistas kármicas asignadas, debe reiterarse.
Ya es bien sabido que las corrientes de vida comienzan desde ese mismo instante, por lo que troncarlas a nivel de zigoto o feto, debido a disposiciones legales, en realidad constituye un homicidio. La existencia humana ahí mismo se inicia, independientemente de las eventualidades producto, o anormalidades físicas a desarrollar a posteriori, advertidas por la ciencia médica.
Recordemos que, ningún hecho o problemática factible se produce por accidente. “Nada es casual, sino que todo es causal”, dicen los grandes entendidos en asuntos espirituales; y ésa, sí que es la gran ignorancia que se debe combatir a través de la adquisición de conocimientos que trasciendan el mundo de lo físico.
En ese contexto de lo espiritual es que debe ser tratado principalmente el tema del aborto, contemplando las pre-existencias de las almas, vidas anteriores cursadas, con efectos traslativos futuros, reencarnaciones, etc., para entonces fijar posiciones, criticar cuando se deba, y dejar de estar llamando ignorantes a los disidentes, de manera tan alegre.
Referentes los hay de sobra, como ese último en que, alguien “Despierta de coma > Creyéndose actor McConaughey”. Se despertó creyendo que era el actor Matthew McConaughey, hablando francés, después de siete días en ese estado, y queriendo salir del hospital e ir a filmar películas. (Véase periódico “El Día”, edición de fecha 30-12-14, página 30).
¿Qué dicen los connotados cientistas al respecto, como aquellos envalentonados que tanto se oponen a la penalización del aborto?
Autor: Rolando Fernández
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