Ese tipo de actividad en nuestro país, sentó sus bases desde hace ya muchos años. De que, en diversas tareas de esa clase se perciben mejores ingresos que los obtenidos en base a los míseros salarios fijos que paga la formalidad, principalmente sueldos netos, es una gran verdad comprobable.
Para verificar ese parecer, no hay que andar con muchos rodeos y tantos tecnicismos; tampoco, utilizando el léxico condicionante y embaucador de estilo entre los economistas. Simplemente, hay que hablar de tú a tú con muchas de las personas que realizan actividades de esa naturaleza; que viven de ellas, ¡y bien!, nada más procurando que sean sinceras, y no crean que les están poniendo un gancho, como suele decirse en el argot popular. ¿Comprobación? ¡Se tiene a la mano!
Claro, esa disparidad de criterios entre el Banco Central de la República, y el empresariado nacional, es obvio que se produjera. El primero está en capacidad de medir la mayoría de las cosas en términos económicos-monetarios; como, establecer promedios y variables, etc., tales herramientas a considerar en el marco de su trabajo institucional.
Mientras que el segundo, conocedor internamente de esa realidad incuestionable, y que hace provecho de muchas circunstancias relativas que se presentan en su favor para aumentar márgenes de beneficios, disminuyendo sus costos operacionales, amén de su condición dentro del esquema capitalista explotador, tenía que “sangrar por la herida”, como se dice, y lo ha venido haciendo, elevando voces de defensoría y contradicción, a través de sus más envalentonados representantes.
Ahora, esa es una temática que tiene algunas aristas ponderables, aunque todas, como es lógico suponer, convergen por derivación en el aspecto salarial. Probablemente, hay de esas que no son manejadas al dedillo por los economistas, pero sí por los avaros y oportunistas empresarios, que bien saben, y procuran beneficiarse de las mismas.
Se debe reflexionar por ejemplo sobre que, este es un país donde se estudia por moda normalmente; que la educación a nivel superior es un negocio abierto; que la misma está caracterizada por la ineficiencia, y acosada por la introducción mercadológica esnobista, y polítiquera alienante, de tecnologías al último guay de la moda, que se tornan embrutecedoras, por lo mal asimiladas que resultan.
De la universidades nuestras todas, están egresando seudos profesionales – nada más con títulos para enmarcar -, que el mercado laboral de la nación no requiere. Y es que, no hay la coordinación debida en ese orden.
Se ofrecen indiscriminadamente las carreras, y la juventud escasa de cerebro que ahora predomina, va y las inscribe de forma alegre, sin pensar en el después, ¿qué hago?
Evidentemente, luego que logran egresar de las academias de educación superior, con más lagunas en la cabeza que pelos de cabellos, no encuentran espacios para ejercer; y por consiguiente, tienen que “alquilarse” por lo que les ofrezcan.
De lo contrario, hay que dedicarse a cualquier otra cosa para poder subsistir, menos a lo que estudiaron. Incluso, es posible que ni siquiera den para lo que cursaron; o, que no haya mercado laboral en realidad para la disciplina.
Entonces, dizque graduados ya, van a parar como taxistas, dueños de puestos de alimentos (comidas) ambulantes, de salones de belleza, vendedores, visitadores a médicos, secretarias asistentes, y hasta actividades callejeras diversas, que desarrollan por obligación. Cuando no es que se van fuera del país, a laborar en bodegas y tarantines neoyorquinos.
El empresariado de este país conoce sobre todas esas circunstancias, y en función de eso, ofrecen salarios de miseria. ¡El que quiere está bien, sino que se vaya! Si las universidades locales prepararan como se debe los recursos humanos que en verdad se necesitan, los empleadores tendrían que pagar salarios razonables y equitativos, y eso sí que haría disminuir de manera considerable el trabajo informal.
En el orden de la informalidad laboral, siempre tenemos como referentes, dos casos bien conocidos en lo personal:
El primero, se trata de un paletero, alfabetizado solamente, que había en nuestra facultad uasdiana, que vendía desde dulce y mentas, chicles, hasta café y cigarrillos, lápices, tiza, bolígrafos, etc. El mismo siempre se daba sus tragos, y muchas veces decía a los estudiantes, cuando estaba medio contento: “ustedes sí que son pendejos, jodiendo tanto con esos libros, y pasando malas noches para poder graduarse. Sin embargo, yo gano más que ustedes ahora, como después que terminan, y trabajan también. ¡Vivo mejor!, me alcanza lo suficiente para comer y beber”. Y, personas que conocían bien de cerca a ese señor, atestiguaban sobre esa realidad. ¡Cierto!
Otro: un amigo con algún nivel de estudios universitarios, los dejó de repente, y sin pensarlo mucho, para dedicarse junto a su esposa a la producción y venta de empanadas, yaniqueques y pastelitos, en horario vespertino solamente. El mismo se convirtió luego en un afortunado empresario, hasta la fecha, aunque cambio de giro años después, pero jamás empleándose.
¿Y entonces, se gana más o no? El asunto no es que sea informal jurídico, tributario, o per se, como expusiera Ernesto Selman, al abordar sobre la temática. ¡Que se dejen los empresarios de estar contradiciendo algo que está más que a la vista! A los trabajadores informarles les va mejor en términos salariales. Solo ellos saben lo que en realidad ganan; no tienen que darle cuenta a nadie; normalmente, no pagan ISR por lo percibido. Ni siquiera contabilidad lleva la mayoría. Y, gozan de plena libertad laboral, sin tener que estar aguantándole “vainas y maltratos a nadie, probablemente más bruto que ellos mismos. Pero, es el dueño, y el que dice, donde hay que amarrar el burro.
Aquí nada más tienen buenos y lujosos salarios, bajo relación de dependencia, los políticos, que como todo el mundo sabe, son analfabetos en su mayoría. Y, la gente de vergüenza, que no quiere involucrarse en esa desacreditada actividad, prefiere mejor el trabajo informal, pues necesitan vivir con las menores penurias y escaseces posibles, cosas que no se pueden logran a partir de un miserioso salario fijo, en un país donde la inflación, las gravosas cargas impositivas, la especulación, y en fin el alto costo de la vida, son las cosas que prevalecen.
Rolando Fernández
Filed under: ECONOMIA | Leave a comment »