Esa es una pregunta que muchos se hacen aquí en estos momentos, debido a la ocurrencia última en ese orden. Nosotros, aunque no pertenecemos a esa disciplina profesional, y obviamente desconocemos los procesos pertinentes a partir de egresar como estudiante de la aulas, por nuestra experiencia a nivel docente universitario, nos sentimos en capacidad de opinar al respecto, aun de forma algo somera, y creemos que esa pregunta titular debe ser analizada, como contestada, a partir de diversos factores que podrían estar incidiendo en esa lamentable situación. Y es que, la misma genera una serie de interrogantes a la vez. ¡No es tan sencilla esa cuestión!
En primer lugar, si bien es cierto que esas personas son egresadas como médicos de reciente graduación, que ya han cursado todo un pensum de la carrera hasta ese nivel, lo que más procede uno preguntarse es: ¿cuentan en realidad con la preparación suficiente para dar inicio a la especialidad que envuelve la residencia, y que según entendemos es lo que se trata de determinar a partir de las pruebas que se imparten para tal propósito?
No se puede perder vista la delicadeza de tal carrera profesional, aunque sin restar méritos a las demás. Se está hablando de la salud de la gente, con la cual no se puede estar jugando, y que requiere de sólida formación academia, de aptitudes y actitudes muy propias en lo personal, para ejercer con abnegación y oportunidad en el marco de la misma.
En conexión con esto último está lo siguiente: ¿Qué programas para las asignaturas relativas están vigentes hoy? ¿Los mismos de ayer, sujetos a iguales exigibilidades y sacrificios estudiantiles? ¿Se toma en consideración durante el presente, la clase de alumnos que prevalece, en el orden de las aptitudes requeridas, sentido de responsabilidad, sacrificios debidos, etc., muy necesarios para poder cursar los mismos? La verdad es, que no hay correspondencia entre ambas cosas: exigencias-alumnado cursante. ¡Creerlo, es ficción!
Y es muy probable que, las pruebas que se imparten para poder accesar hoy a las residencias médicas se estén elaborando y corrigiendo en base a los programas estudiantiles de otrora, lo cual obviamente tiene que provocar problemas; pues, no son los mismos estudiantes de ayer los que aspiran a recibirse como médicos actualmente, en términos de calidad base necesaria, y condiciones personales obligadas, entre ellas la vocación, siempre pertinente.
Hay una diferencia muy amplia, en quizás la totalidad de los ordenes. En el pasado, los alumnos asistían regularmente a sus clases; se preocupaban por estudiar, y corresponder a sus profesores, aun tuvieran que pasar hambre, y caminar mucho a pie. Se investigaba todo cuando se debía, sin importar la búsqueda de libros prestados, y sin las facilidades tecnológicas presentes.
¿Qué se hace hoy? Copiar y pegar de la Internet; mal cumplir con los docentes; tratar de sobornarles con dinero; tratar de obtener un título, aun sea sin soporte sabedor en la cabeza, solo para ostentar. Y, cuando son mujeres, ofrecen hasta el disfrute transitorio de sus cuerpos a cambio de que se les promueva, sin conocimientos acumulados.
No hay que dudar que iguales cosas se puedan estar produciendo con los estudios de medicina, dentro de este cuestionable y deficiente escenario académico entre nosotros a nivel superior, “en el que ya la pava no pone donde ponía”, como reza un decir popular, y en que las cosas que prevalecen son muy distintas a las de ayer.
Incluso, ni siquiera se tiene similitud entre los “pensums” que imparten las diferentes universidades que aquí tenemos. ¿Cuántas hay? Mucho menos, en los mismos métodos y procedimientos de enseñanza que se tienen. Las tecnologías y equipos disponibles difieren por igual. Y, cuando se trata del personal docente, las diferencias que se advierten resultan bastante chocantes.
Luego, cuando los estudiantes de la carrera tan cuestionada hoy – medicina -, mal egresan de esos centros de enseñanza superior, con un papel en sus manos (diploma), los agrupan a todos, sin discriminar modelo de enseñanza, y formación real recibida, para impartirles las pruebas de lugar, cuya aprobación permite el accesar a las residencias. Se encuentran entre esos muchos seudos médicos, que nada saben en verdad sobre la disciplina.
Por eso dijo uno de los que se consideran afectados dentro de la nueva quemazón: “Hay un problema de conceptos, básicamente. Lo que se hace es una comparación entre plantillas de respuestas. Toda la historia se ha hecho así. Nunca hubo una revisión como tal del contenido de las preguntas del examen. Ignoramos la razón”, expresó Santiago Capellán.
Otro de los quemados en la prueba, José Alberto García, “reiteró que proponen que las evaluaciones sean revisadas con base bibliográfica actualizada, “que se hagan públicas las preguntas y respuestas correctas por ser un derecho que nos asiste por el libre acceso a la información que consagra la Constitución”. (“Listín Diario, edición del 18-3-15, página 4ª)
Se puede inferir a partir de la declaraciones de esos muchachos, que en el asunto puede haber “gato entre macuto”, como se dice en buen dominicano, amén de la incompatibilidad “temporal” de que hablamos más arriba.
Entendemos que, es por todo lo expresado anteriormente lo ocurrido, pues “según el Consejo de Residencias Médicas solo pasó el examen el 17 por ciento de los aspirantes, 870 médicos, lo que aseguran es un hecho sin precedentes”, en las últimas pruebas impartidas. Se habla de más de 4,000 que participaron, según datos de la prensa local.
Ese ha sido uno de los escándalos sobre el tapete durante las semanas recién transcurridas, respecto del cual se han externado comentarios, opiniones y recomendaciones diversas, aunque probablemente, muy pocos hayan puesto el dedo en las llagas que se deben sanar, porque para ello, habría que estar muy envuelto en la formación actual de los profesionales que están egresando de nuestras universidades en el presente, ¡bastante cuestionada por cierto!
Otro aspecto muy digno de consideración en este caso – residencias médicas – es el factor “competencia profesional a la vista”, que muchos temen ampliarla, y hablar sobre ella, pero que en realidad incide, y no solo quizás en los momentos de tomar las pruebas, como en la forma de corrección evaluatoria para aprobar, sino en el contexto de estar ya cursando las labores mismas.
Veamos lo que dice por ejemplo, parcialmente, Guillermo Torres, en un sustancioso artículo que publicara en el periódico digital “Nuevo Diario”: “Llamamos la atención a la señora Ministra de Salud Pública y demás miembros del Consejo de Residencias Médicas, para que se humanice el trato que reciben los médicos internos residentes por parte de sus «formadores», es un trato humillante, mediocre e inhumano; sostengo que, la mayoría de los mal llamados profesores y superiores de esas especialidades, no tienen el mínimo conocimiento de las herramientas básicas de la pedagogía, para obtener un aprendizaje significativo de sus alumnos residentes”
Agregó más adelante: “no le dan tiempo para estudiar y le exigen lo imposible y ni hablar de los acosos sexuales que reciben muchas residentes, por parte de sus superiores, y si hablamos del proceso de los concursos (exámenes), para aspirantes a residentes, eso da ganas de llorar”.
Por lo que se puede advertir, más que suficiente para enmendar hay con relación a esa problemática sobre la mesa hoy, respecto de los nuevos médicos egresados, y las residencias a posteriori. Las raíces de ese asunto no están solamente en los exámenes, hay otras cosas más que revisar, ponderar muy bien y corregir en torno a esa situación conflictiva, que hoy ha salido con fuerza a la luz pública, pero que data desde hace ya gran tiempo, según informaciones que se tienen.
Finalmente, preciso es destacar que la Cámara de Diputados de la República se propone participar, a instancia de los afectados en esta ocasión, en las investigaciones que proceden con relación a lo tratado: la alta quemazón de médicos graduados en el examen reciente impartido por el Consejo Nacional de Residencias Médicas (CNRM).
Ahora, creemos que los resultados del futuro trabajo de los diputados en agenda sobre el particular, por la naturaleza y complejidad del tema, solo podrían aportar claridad, y una probable recomendación de alguna acción enmendatoria, con relación a los altos cobros a los médicos aspirantes por el derecho al examen de que se trata. No obstante así, ¡sería muy útil!
En ese tenor, se habla de unos RD$13.0 millones envueltos en la actividad, según apareció publicado en la prensa local. Importante sería conocer el porqué de tantos cuartos, y a dónde van a parar finalmente los mismos.
Rolando Fernández
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