Durante las últimas semanas ha estado sobre el tapete en nuestro país, la temática relacionada con la situación humana que encabeza, considerada muy impropia, como es obvio, por estar al margen de lo natural, y debido a lo cual ha sido acremente condenada en el seno de diversos sectores sociales nuestros.
Ese es un asunto que tomó mayor carácter de notoriedad local, a partir de la designación en el país, como embajador de los Estados Unidos de América, del señor Jame (Wally) Brewster, declarado públicamente homosexual, con pareja oficial del mismo sexo, Bob Satawake, y notable promotor, como defensor vehemente del amplio movimiento gay actual.
Evidentemente, es una circunstancia con la que se puede estar o no de acuerdo, en el ámbito enteramente social representativo, por lo inusitada que resulta, pero que entendemos también, debe ser vista desde otra óptica, en la que es muy probable hasta se reporte como de mayor consideración: la valía de todo ser humano como Atributo divino en expresión terrenal, sin importar cuál que sea su preferencia sexual, político-partidarista, o religiosa-sectaria.
No por accidente, a ese señor le ha tocado estar desempeñando tales funciones entre nosotros los dominicanos; como tampoco lo es que, un ciudadano norteamericano, de color, no originario de aquella gran nación, con raíces en otra parte del mundo, sea hoy su primer mandatario, y a quien corresponda escoger sus representantes en el exterior. “Nada es casual, todo es causal”, dicen aquellos que mucho saben.
A propósito de eso último expresado, aunque a veces hay cosas que son de muchos sabidas, no obstante algunos se las reserven, el que alguien las recuerde y las exponga en determinados momentos, es algo que llega “como anillo al dedo”, según dice el refranero popular. (Véase: “AREÍTO”, medio “HOY”, edición de fecha 26-7-14, trabajo “El Morrito y El Funcionario”, elaborado por Diógenes Céspedes).
Copiamos: “Buenaventura Báez se robó, en su huida, la vajilla y cubertería de Palacio (la condición de sustraer lo ajeno por parte nuestra viene de lejos) y en 1871 por poco incorpora la república a los Estados Unidos (el entreguismo es heredado también). Si el senador Charles Sumner no se opone al proyecto por considerar que un país de negros como el nuestro no podía ser miembro de la Unión Americana, hoy estaríamos peor o igual que Puerto Rico. En agradecimiento al insulto racista, el Ayuntamiento capitaleño designó con su nombre una calle de Los Prados.” ¡Fue lo mejor para este pueblo, seguir siendo cabeza de ratón, y no cola de león!, agregaríamos nosotros.
Lambonerismo fehaciente ese se aprecia, por parte de los politiqueros arribistas que nos gastamos. ¡Qué pena!, habiendo aquí tantos hombres y mujeres con méritos acumulados más que suficientes para ser honrados, en lugar de aquel “segregacionista negrero” envalentonado, extranjero por demás. Parece que no había entonces esa gran cantidad de prietos, y ordinarios de facciones en su país.
Sin embargo, ¿quién está mandando, desde hace ya unos años, a todos los blancotes de la gran nación del Norte, teniendo que halagar, y aceptar conforme además, a toda su dependencia africana dentro del “blanco territorio” masificado? ¡Que se chupen ese cajuil!
Es por ello que, detrás de ambas cosas, en todo momento hemos considerado que hay sutiles metamensajes envueltos, que las sociedades todas deben tratar de comprender y asimilar, en el orden evolutivo del planeta Tierra, y la aceptación de los nuevos paradigmas necesarios que se imponen, en cuanto a combatir las actitudes, como las características que se entienden no aptas, y que generan las desigualdades humanas, en términos étnico-raciales, económicos, religiosos, y demás cualidades personalizadas, incluidas las preferencias sexuales.
Esa decisión del señor Barack Obama, ¿por qué se produjo, en el fondo? ¿Tendrá que ver la misma en algo con su nivel de evolución espiritual, y haciendo provecho de su rol presidencial a cargo, como una forma de hacer despertar a mucha gente en lo que respecta al propósito básico de la humanidad: evolucionar, por lo que hay algunos procederes discriminatorios en las personas que se deben ir dejando de lado? De ser así, eso se entendería, para que no se continúe retrasando la “sagridad” (evolución sagrada total) que debe alcanzar el planeta Tierra, según el plan divino trazado. ¡Tarea para pensantes!
De sobra es conocido ya, que todas las condiciones humanas para las corrientes de vida que se cursan, en general, están codificadas genéticamente en el anteproyecto original. Por consiguiente, la homosexualidad, tanto por parte del hombre, como de la mujer (lesbianismo) está incluida. Es una característica con la que, a nuestro juicio, indudablemente se nace, que será manifestada con claridad directa, o conservada de manera latente, a los fines de que determinadas causantes ambientales le haga despertar.
Luego, a nadie con tal desviación, o desequilibrio hormonal en el presente, que se concibe obedece a razones kármicas provenientes de vida anteriores (karma maduro), se le puede estimar como culpable directo; y menos, discriminarle, menospreciarle, como de ordinario se estila. Se podría pecar hasta de injusto en ese tenor.
Además, si “Todo es uno”, como reza una primera verdad sagrada; que los humanos somos todos originarios de la misma Fuente, ramificaciones o riachuelos que emanan de igual Río Mayor, entonces, todos somos hermanos. Luego, ¿por qué hay que odiar, maltratar, vejar, despreciar, etc., a los que hoy se ven afectados por esa situación anormal (homosexualidad), que lo más probable sea, tiene un origen punitivo kármico? Pensar reiterado ese último.
En el marco de nuestra ignorancia creemos, ¡no se corresponde! Todo lo contrario, lo que realmente deben ser esos, es siempre honrados; dispensarles respeto en todo momento como tales, sería lo más procedente; y, amarles como seres humanos que también son, aunque defectuosos, al igual que todos aquellos que nacen con características impropias (enajenación mental, invalidez corporal, feúra, negrura, facciones ordinarias, etc.). Entender que están conquistando karmas pendientes, de los cuales se liberarán, hablando en términos esotéricos-espirituales. ¡Es un triunfo que esperan!
Con respecto a ellos, debemos recordar uno de los dos mandamientos divinos en que se resume el Decálogo total: “Amar a tu prójimo como a ti mismo”. También, él o ella, encarna la Presencia Divina que mora en el interior de cada cual, sin excepción. ¡Todos somos Cristos, y Dios Uno en potencia!, sujetos a tener que hollar, o transitar, un sendero de evolución espiritual consciente a nivel terrenal.
Pongamos en evidencia entonces, nuestra expansión de conciencia en el contexto de la espiritualidad pura; aceptemos y respetemos a los homosexuales (hombre o mujer). Eso no significa ser como ellos. Tampoco, nada se nos va a pegar.
El que no tiene en sus genes tal codificación, no resultará afectado nunca, por más promociones, y mensajes que se entiendan inductores, provenientes de los movimientos modernos organizados en el orden tratado, relativos a la exteriorización, y reclamos de aceptación social por parte de aquellos afectados, gente que está obligada a sobrevivir con una condición humana obviamente anormal, por motivos congénitos.
¡Valga la reiteración final! Se impone una sosegada y profunda reflexión sobre ese asunto, dado el crecimiento vertiginoso que se observa en ese tenor – la homosexualidad -, al margen de algunos convencionalismos interpretativos religiosos a los que se apela para condenar tal condición ¡Que se analice la temática, y se procuren sólidas respuestas en el orden enteramente esotérico-espiritual!
El autor es un humilde servidor, ¡y nada más!
Rolando Fernández
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