Cuando se leen reseñas periodísticas como esas que aparecen en los medios locales, de fecha 29-7-17, donde se expone sobre el maltrato fehaciente de que fueran objeto exagentes pensionados de la Policía Nacional, y de la Fuerzas Armadas de la nación, por parte de iguales se podría decir, aunque hoy uniformados aún, miembros activos del Cuerpo del Orden, tiene que llegar a la mente de cualquier pensante, el mensaje certero que envuelve la frase que en parte encabeza. Como, la pregunta obvia, ¿qué pasará conmigo mañana?
Los excompañeros de labores del precitado Cuerpo Policial, conjuntamente con miembros pasivos de las Fuerzas Armadas, se concentraron en el frente del edificio de su Hermandad, sito en la Av. John F. Kennedy, de la capital de la República, para reclamar el reajuste salarial que entienden justo les corresponde, igualándole al recibido, o por hacerse efectivo, con respecto a los miembros activos de esas instituciones, con iguales rangos que aquellos con que fueron pensionados.
Es lo que procede, a nadie le cabe la menor duda, por la estrechez económica en que esos hombres hoy tienen que desenvolverse, debido a los sueldos no indexados que reciben, bajo una situación poco humana, y de desprecio obvio por supuesto, “siendo ciudadanos que dieron todo por esta República durante sus años hábiles, y que en el presente ya están todos en el suelo, por encontrase enfermos, y no recibir el dinero necesario, ni siquiera para poder sostenerse viviendo”.
¡Es una lástima! No es único caso en este país. Ellos forman parte del club de servidores estatales abandonados a su suerte, luego de sus aportes loables a la nación. Se les coloca, cuando son pensionados, en el zafacón del olvido.
Basuras, son considerados por los actuales, esos a los que en su mayoría tanto deben su bienestar presente. Los cañeros de otrora, otro vivo ejemplo que se tiene aquí, hoy andan por ahí como mendigos, “dando más lástima que el diablo”, como dice el pueblo llano. Fueron hombres de trabajo aquellos, que bastante colaboraron con la economía de esta nación en años atrás. Pero, olvidados en el presente, al igual tantos. ¡Qué pena!
Preciso es señalar que, los que hoy se prestaron para ese atropello abusivo y degradante en contra de los guardias y policías, ayer en servicio, (hay órdenes que no se cumplen), que en el pasado estuvieron juntos en labores de prevención y cuido nacional, no repararon en el eventual porvenir que a ellos les espera, por los precedentes que se tienen, en que muy probable también tendrán que recurrir a las mismas prácticas reclamatorias, para exigir entonces las reivindicaciones de lugar.
¿Y, les va a gustar que se les maltrate de esa forma, hasta lanzándoles bombas lacrimógenas? ¡De seguro que no! Luego, hoy no debieron hacerlo así con esos policías y guardias pensionados en necesidad, merecedores de mejores y razonables condiciones salariales, que es lo que están reclamando a todo pulmón.
¿Pueden vivir aquellos servidores con esos míseros cheles que reciben? ¡Jamás! Procede apoyarlos en consecuencia, y no vejarles de ese modo. Hay que recordar que, ¡no siempre se estará en las filas! “¡Qué hoy el asunto es por ellos, y mañana lo será por nosotros!”
Autor: Rolando Fernández
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