El hecho de que un eventual retiro de la estatua de Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria de los dominicanos, en definitiva, sea llevado a efecto por parte de los gringos, en Nueva York, no debe constituir preocupación alguna para la gente de aquí.
Están aquellos en su derecho. ¡Qué hagan lo que ellos quieran! Total, “gran cosa lleva Yuna”, como se diría en esta nación, cuando algo carece de mucha importancia. (Véase: periódico “HOY”, del 26-8-17, página 12B).
El que algún monumento o estatua en honor a un hombre de esa estatura, uno de los grandes líderes de América, que ostentó siempre dotes dignas de emulación por sus congéneres todos, sin importar nacionalidad alguna, deben de verlo como un honor para su nación los norteamericanos, y no tal un favor que se nos esté haciendo.
Las autoridades dominicanas no deben estar tratando de intervenir para que eso no se produzca. Si es la voluntad de dichos señores, amén. Ahora, lo que sí debemos hacer los dominicanos es prepararnos para pagarles con la misma moneda.
Si allí el líder de la Independencia nuestra, por alguna razón, pesa el que se le esté exhibiendo (¿Tendrá que ver la polémica de que se trata, respecto a Duarte, con los propósitos estadunidenses de geopolítica y Haití?) vamos a reciprocar, y devolverles con la misma moneda, cabe reiterar, eliminando todo reconocimiento en el país alusivo a personaje norteamericano alguno, doquiera y como que sea, que en ocasiones ni siquiera se conoce el motivo real por el cual se le ha venido haciendo. ¡A veces por lambonismo se cree!, más que otra cosa.
Donde mayor extensión tendría la acción en respuesta reciprocatoria a su detestable iniciativa, sería en avenidas de las principales en esta República, que llevan los nombres de personas destacadas de esa Tierra, pero que no gran cosa en realidad, aportaron a este país. Sin embargo, con dichas designaciones se les honra, teniendo nosotros aquí a tantos hombres que más lo merecen.
Luego, con tratar de hacer borrar en su territorio la figura de Juan Pablo Duarte, de tanta significación para los dominicanos, es como se nos quiere pagar hoy. Ahora, a nosotros está bueno que nos pase por lambones que somos; que nos gusta estar dando valor a los extranjeros, menospreciando a los nuestros.
¡Qué se mancille el nombre de tan connotado patricio dominicano allá, no importa! Donde se debe tener una estatua de Juan Pablo Duarte, preferiblemente acompañada de otra perteneciente a Francisco del Rosario Sánchez, como de Matías Ramon Mella, es en cada entrada los barrios o sectores dentro de toda la geografía nacional.
Sí, para que se mantengan vivos sus ideales patrióticos en la mente de la juventud nacional, y se procure emular sus acciones patrióticas a carta cabal.
Que se les dé el valor que merecen nuestros símbolos patrios, cuyo establecimiento costó tanta sangre y sacrificios. Que no se tire por la borda su honra jamás, a cambio de dar paso a una penetración cultural degenerativa por completo, proveniente en su mayor parte de los Estados Unidos de América, que acabaría por hacer desaparecer la idiosincrasia propia de la sociedad dominicana.
¡Qué los gringos hagan lo que quieran!, con el pedacito de tierra ese que ocupa la estatua del patricio Juan Pablo Duarte, dentro de su tan cuestionada “Gran Manzana”, y dejémonos aquí de estar rogando por lo que ellos entienden como un favor. ¡Qué mejor agradezcan la distinción!
Autor: Rolando Fernández
Filed under: PATRIOTISMO, Uncategorized | Leave a comment »