Solo cuando llegan las desgracias en este país, se habla de las causales que subyacen en las mismas, aun se conozcan de aquellas, con anterioridad suficiente.
Se hace cuando el agua, de alguna forma llega hasta el cuello, se debe recalcar. Obvio que, esta vez subió hasta la boca, con el temporal de agua caído en el país durante las últimas horas.
Es la norma esa en Dominicana; pues de inmediato ocurren cosas lamentables, comienzan los cacareos, y los seudo análisis de los “pasa cantando” que nos gastamos aquí, como de los grandes culpables mismos – los políticos que han gobernado en la República durante años, sin hacer nada respeto de lo que se trate -, a través de los distintos medios locales de comunicación del país.
Las lluvias torrenciales acaecidas en esta nación recientemente, han puesto al desnudo una vez más el gran descuido, como las actitudes desaprensivas de las autoridades municipales, principalmente, cuya única preocupación al parecer, es procurar votos electorales, y agenciarse fortunas económicas desde los puestos que desempeñan, Para eso es que van a los cargos públicos, aunque disimulen, y parezca lo contrario. Referentes de más se tienen
Ahora, y siguiendo con la línea principal de lo que aquí se expone, para las grandes obras de relumbrón, y que, por supuesto generan jugosas comisiones, y con las que se quiere vender un bienestar inexistente, como el falso crecimiento económico del país, que tantos se cacarea, siempre aparecen cuartos suficientes.
No obstante, para resolver el problemazo que provoca la falta de un apto sistema de drenaje pluvial en la ciudad capital, como en otras; al igual que la construcción necesaria de sistemas de alcantarillado óptimos, que desde hace años se vienen demandando aquí los recursos económicos no aparecen.
Obvio que, amén de eso está, la inaptitud comprobada de los que son elegidos para ocupar cargos de importancia dentro del tren estatal, verbigracia, para síndicos, o alcaldes, como ahora se les llama, que son los que tienen la responsabilidad directa de trabajar en el orden de lo tratado.
Pero, como no hay voluntad política, ni mucho menos capacidad para hacerlo, ¡qué es lo que van a ejecutar! Las autoridades municipales nuestras, lo que son es politiqueros, y analfabetos conceptuales en su gran mayoría, que van a esos puestos por la compra de conciencia ciudadana; o, que los catapultan grupos interesados; cuando no, personajes “selectos”, que luego van en busca de lo de ellos.
Para ocupar la posición de sindico en este país, es evidente que se requiere de gente con un perfil profesional acorde con las labores exigibles a llevar a cabo. No es para cualquier persona, por carita, o padrinazgo politiquero, como es lo que comúnmente se estila ofertar a los votantes del patio.
Mientras se continue seleccionando para el cargo de referencia a personas que solo reúnan esas condiciones, siempre habrá marcados desastres municipales en esta nación. ¡Quién le puede poner el cascabel al gato!, como reza un dicho popular; evidentemente el pueblo, tan pronto deje de estar “roncando”, y permitiendo que se le confunda.
Cuántos ineptos han pasado por la Sindicatura del Distrito Nacional, por ejemplo, y nada han hecho como era de esperarse; solo agenciarse grandes negocios, verbigracia, los que se han hecho con la basura. También, acumular riquezas.
Pero, además, en adición al poco accionar de los síndicos en relación con lo tratado aquí, está el bajo nivel de conciencia ciudadana que se verifica entre nosotros; y, los irrespetos fehacientes a las normativas que rigen en tal sentido.
Se arroja toda clase de desperdicios en las calles, avenidas aceras y contenes; que tapan por supuesto los filtrantes y las alcantarillas, sin que haya consecuencias penales.
Entonces, si bien es cierto que, las autoridades ediles competentes no funcionan, no menos cierto es que, muchos de los ciudadanos nuestros son parte del gran problemazo que se presenta, desde que caen dos o tres gotas de aguas en esta nación; máxime, cuando se presentan torrenciales y duraderos aguaceros, como, por ejemplo, ese último que se verificó en estos días.
Luego, a elegir autoridades municipales competentes, ¡qué resuelvan!; y, a concienciar a los ciudadanos desaprensivos, que nada les importa, aunque sea necesario recurrir a la fuerza,
Autor: Rolando Fernández
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