Es evidente que, esas actividades ilícitas a nivel de muchos territorios nacionales, incluido el nuestro por supuesto, tienen razones poderosas muy conocidas por todas aquellas personas que viven hablando, sencillamente, a nivel de la prensa sobre su cruda realidad, y de las que se encargan de su interdicción y combate directo, como de las instancias superiores en los países mayormente afectados.
No obstante, mientras mucha gente trabaja tratando de combatir el desarrollo, más fehaciente cada vez, de esos flagelos tan lacerantes para las naciones, sobre las causas reales que los promueven, observables algunas a simple vista, muy poco son los que suelen decir o analizar algo, aun sea de manera somera.
Es obvio que, las mismas se mantienen intactas, y con tendencia a incrementarse con el paso del tiempo; y que, la propensión visible de las autoridades correspondientes, es sólo a querer enfrentar los efectos, pero no las razones que les sirven como caldo de cultivo.
En nuestro país, podemos ver por ejemplo, que los decomisos de drogas se producen a diario; que ya se han convertido prácticamente en una rutina; que la detención de ciudadanos nacionales y extranjeros envueltos en esa actividad delictiva es cada vez mayor; y que, el descubrimiento y apresamiento de las llamadas “mulas”, que hasta se mueren en algunos casos, se reseñan de ordinario en la prensa local.
Sin embargo, el asunto continúa viento en popa, como se dice popularmente. Parece que nada le detiene. La infiltración del poder económico del narcotráfico en algunas instancias importantes nuestras, se torna cada vez más conmovedor y preocupante.
Luego, habría que preguntarse, obligatoriamente, ¿por qué?, y sugerir que se busquen las respuestas debidas, si es que en verdad se quiere enfrentar de manera efectiva ese gran negocio, con sus efectos nocivos secundarios, De lo contrario, es muy difícil que algo se logre enmendar en ese orden, por más esfuerzos que se hagan.
Primero, se debe reflexionar sobre las incidencias en esa materia del sistema económico capitalista, inductor y explotador a la vez; las actividades políticas como inversión, bastante lucrativas por cierto; la corrupción rampante estatal de que son objeto muchos pueblos; la impunidad que se verifica a nivel de los mismos; al igual que, la miseria a que son empujadas las sociedades; y que, indiscutiblemente, todas esas cosas constituyen partes de la causa originaria del gran problema de las drogas y su consumo.
Además, se debe reparar, en nuestro caso particular, y como muestra, en actitudes tales: “Regidores SDE reclaman ganar RD$200 mil al mes”, para derivar consecuencias posibles. Sería bueno conocer a propósito, la preparación básica de esos señores, como los demás grados académicos alcanzados por éstos, si es que los tienen; las labores que realizan en favor de su municipio; y, las horas que destinan a sus tareas ediles. ¡Vaya exigencia para aprobar el proyecto de presupuesto de ingresos y gastos para el año 2012!, según reseña en primera plana un periódico local, el “HOY”, en su edición de fecha 27-12-11.
A seguida, comparar esas informaciones con las relativas a los jueces que operan en los tribunales de país, y demás actores judiciales, agregando a estos últimos los riesgos probables que corren, por sus decisiones y sentencias en firme. También, hacer el análisis extensivo hasta los miembros de la Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, como al personal actuante en los organismos de interdicción designados.
Entonces, sacar conclusiones que, de seguro conducirán a dispensar ciertos comportamientos en actos reñidos con las leyes vigentes (tráfico de drogas, consumo, corrupción, tráfico de influencia, etc.), en la búsqueda de satisfacciones económicas, y de poder alcanzar un adecuado status social, que en base a salarios, o sin ellos, no se logra.
Bien se conoce aquí, que la aplicación debida de las leyes vigentes, cuando suele hacerse, sólo abarca a algunos “desapadrinados” que son objeto; los demás resuelven sin problemas sus “indelicadezas”, bajo aparente justificación esgrimida. ¡Que pena, que así sea!
Rolando Fernández
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