Uno de los grandes problemas que envuelven los convencionalismos, principalmente los de carácter religioso es que, en el marco de la ignorancia que evidencian, la gente asimila una serie de tradiciones mundanas, que carecen casi por completo de fundamento.
Lo dicho anteriormente viene a colación, debido a proximidad de conmemorarse el denominado “Día de los Fieles Difuntos” (día de los muertos), que de acuerdo con los datos históricos de que se dispone, fue una decisión que se originó en el contexto de la evangelización que fuera promovida por la Iglesia Católica, principalmente, entre la población indígena, para atraerle hasta su grey, a raíz del descubrimiento y colonización de América por parte de los españoles.
Según se infiere de un trabajo que fuera publicado en “noticiasnet.mx”, red de la Internet, la instauración del llamado “día de los muertos”, no pasa de ser otra “ritualización” convencional más de origen católico, fundamentada en la concepción de que, el destino final de las almas desencarnadas, de acuerdo con la calificación de sus actos terrenales, lo será el cielo o el infierno, según se trate. Veamos lo que se expone:
“Por lo que toca a la religión católica, el rendir culto a los difuntos se remonta al siglo XII, aparentemente a raíz de un incidente singular ocurrido en el monasterio de Cluny, ya que se dice que en dicho lugar se escucharon gritos de rabia de demonios frustrados de no poder atormentar a los difuntos debido a las oraciones de los monjes. Al enterarse de esto San Odilón expidió un decreto en el que ordenaba a todos los monasterios de su jurisdicción, se estableciese el día 2 de noviembre la conmemoración de todos los fieles difuntos, rezándose el oficio de muertos o celebrándose misas de réquiem para todos aquellos que habían muerto desde el principio del mundo”.
Bastante cuestionable resulta ese argumento “de la rabia de demonios frustrados de no poder atormentar a los difuntos debido a las oraciones de los monjes”. En primer lugar, los llamados difuntos se quedan en la Tierra. Y por otro lado, las plegarias terrenales pueden ayudar a las almas desencarnadas a tomar conciencia de manera rápida sobre su nuevo estado, y condición transitoria en el plano sutil correspondiente de destino, al despertar del sueño inmediato en que caen, tras abandonar los cuerpos físicos que le sirvieron de vestuario.
Ahora, liberarles de tormentos demoníacos, que se considerarían impropios en ese otro sitial (nuevo), dentro del plano astral, o sea, ya estando fuera del ámbito físico, como que se torna poco asimilable el ocasionarles ese tipo de sufrir, salvo que no obedezca a la punición de acciones terrenas, ¡demasiado contrarias! a la Voluntad Divina. Y que el Padre Supremo, no obstante su gran misericordia, así lo permita, no pudiendo nadie impedirlo; y mucho menos, estando debajo del Sol.
“Existe también la versión que una vez consumada la conquista española en nuestro país, se estableció la celebración del «Todos Santos y de los Fieles Difuntos», que se solemnizaban desde los años 827-844 por disposición del Papa Gregorio IV”. (Se refiere a México).
Evidentemente, el criterio de que esa celebración se enmarca en el orden convencional religioso del catolicismo, se fortalece sobremanera, cuando se analizan los conceptos de vida y muerte en el ámbito del esoterismo puro; y se procura la concienciación debida, respecto de la verdadera esencia de lo seres humanos – espiritual -.
Siendo todos los seres humanos en verdad espíritus, con un “caparazón” deteriorable, dispuesto a los fines de cumplir con una misión terrenal específica, y que al desintegrarse por completo, sus partículas básicas están destinadas a retornar a la Madre Naturaleza, conservando su energía, como la conciencia divina atribuible a las mismas, no se debería hablar de muerte con relación al cuerpo denso.
Y, por el lado del verdadero Ser espiritual que estuviera encarnado menos, con una vida eterna segmentada en corrientes transitorias de ésa, sujeta sólo a propósitos evolutivos divinos.
Entonces, siendo el proceso necesario para un nuevo revestimiento terrenal – aquel mal llamado muerte por los convencionalistas -, la conclusión o término de un fragmento periódico existencial humano, para que el verdadero hombre (Ego Superior), pueda retornar con un nuevo ropaje, distinto en términos físico, emocional y mental, ya sea por deterioro de la parte densa, o misión cumplida, ¿de conmemorarse el día de qué muertos es que se está hablando, con fecha fija?
Y es que, la muerte no existe, como tal se concibe ordinariamente, en ninguna de las partes, cuerpo-alma. ¡Es el consenso generalizado entre los grandes esoteristas!, que han estado instruyendo a la humanidad por siglos.
En todo caso, si de conmemoración más real se tratara, debería ser la fecha en que un determinado espíritu abandona el planeta Tierra, y no en un día específico generalizado: 2 de noviembre de cada año, ¿verdad?
Rolando Fernández
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