La verdad es que, cuando uno repara con atención sobre el escenario político actual en nuestro país, a pesar del tiempo que hace falta para las próximas elecciones presidenciales, congresuales y municipales, – 2016 -, en que se destacan los proselitismos de tantas personas con una conducta cuestionable, culpables en gran parte del deterioro económico y moral que corroe a esta nación, a cualquiera se le enfría el Alma, como se dice popularmente.
¡Qué esperanza Margot!, si el destino de esta nación está en manos de algunos políticos nuestros de nuevo cuño; de esos bastante conocidos ya, que andan por ahí tratando de venderse como salvadores, después de lo que han hecho en contra de nuestra población, de la soberanía nacional, como de las generaciones futuras aquí.
Que han servido más que todo, para aprovecharse del poder, enriquecerse así mismos, como a los grupos de arribistas que les secundan; al igual que, han actuado como serviles y cajas de resonancia de intereses extranjeros particularizados; cuando no, de los organismos internacionales de financiamiento, que prestan los recursos ajenos que administran, bajo condiciones de injerencismo oprobiosas.
Para venir ahora, a hablarle a este pueblo de “Inaceptables niveles de desigualdad”, por las pretensiones políticas que se tienen, gente alguna ideóloga y coparticipe de algunas decisiones, en cuanto a colocar sobre la cabeza de los dominicanos diversas “espadas de Damocles”, gravosas y abusivas por demás en grado sumo, que hoy penden sobre los mismos: injustas cargas impositivas, hasta para poder comer; obligar a pagar por los combustibles y la energía eléctrica las tarifas más caras de toda el área del Caribe, como de otras latitudes, según los expertos; que también, han apadrinado y procurado impunidad fehaciente para la corrupción estatal rampante, y demás desaprensiones, ¡hay que tener “tupé”, y una cara bien dura!
En ese tenor, podemos ver por ejemplo, la consideración que externara el flamante ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás, en adición a la opinión transcrita más arriba: “inaceptable que en República Dominicana, el 5% más rico de la población concentra el 53% del ingreso”.
“En contraste, observa que el 62% de los dominicanos, que son los más pobres, a penas percibe el 4.8% del ingreso. Eso no puede ser afirmó”. ¡Qué bien, esas ponderaciones se hacen ahora! ¿Por qué no se produjeron antes, para no sacrificar tanto a la población en general? Claro, en estos momentos se está pensando en alcanzar el solio presidencial. “Ya la pava no pone donde ponía”, como dice la gente, y el lenguaje tiene que ser otro. (Véase: “Diario Libre”, del 19-5-14, página 33).
Todos esos pronunciamientos que hoy se escuchan, procedentes del área política, constituyen demagogias puras, por parte de todos estos “personajes” lanzados tan a destiempo al ruedo del negocio electorero nacional. Los mismos solamente pueden ser concebidos en el marco de las sinvergüencerías personalizadas de algunos “ejemplares” aquí, o de una sociedad en gran parte sin memoria, como la que tenemos.
Para proceder de tal forma, se tiene que ser gente en su mayoría, carente de principios y ética-moral por completo, con la ayuda de estar en el contexto de una sociedad que fácilmente olvida; que le importa una cosa como la otra, conformista y adaptable a lo que venga.
Porque, para estar mintiéndole, y haciéndole ofrecimientos aéreos a un amplio conglomerado social como el nuestro, carente desde hace ya muchos años de los principales servicios básicos: electricidad, salud, educación, agua potable, etc., y por demás, sumido en un desorden mayúsculo, drogas, delincuencia e inseguridad ciudadana, se requiere de mucha cachaza.
Luego, el que grandes cantidades de personas estén siguiendo a turpenes de esa naturaleza, que solo ofrecen con la intención de ganar adeptos, y que reciben adulación servil, y hasta “corifeos”, apadrinamientos, proclamaciones, entre otros, indican que, los altos grados de “taración, taradez”, si es que aplican dichos términos, o las eventuales conveniencias de estilo, ¡tienen que estar muy presentes en este país! De otra manera, no se conciben tales actitudes ciudadanas.
Como se puede observar, los proselitismos están a la orden del día entre nosotros, y faltan más de dos años para las próximas elecciones. Solo hay que hojear los periódicos nacionales, u oír las lambonerías de ciertos “programeros” radiales y televisivos, subvencionados, claro, para advertirlo.
Están bien de moda en adición, las famosas encuestas inductoras, que siempre dan como ganadores a quienes las pagan. Las encuestadoras son empresas comerciales, que por lo regular utilizan muestreos realizados en campos elegidos a conveniencias, para complacer a sus clientes. Solo creen como muy ciertos esos resultados, los “sin cerebros”, aquellos con muy poca capacidad pensante, o que les conviene estar difundiendo favorablemente muchas informaciones de ese tipo.
Finalmente, y en el tenor de todo lo expresado, como dice un viejo refrán, “en el país de los ciegos el tuerto es rey”. ¿Qué se puede esperar en Dominicana? Aquí es obvio que se tiene de ambos en demasía. Aunque claro está, es la última especie la que saca gran provecho a la primera. Posiblemente, esa siga votando en esta nación en favor de fulano de tal, por una ración de pica pollo y un pote de ron malo. ¡Esperemos!
¡Dominicanos sin memoria; o, políticos nacionales sinvergüenzas! ¿Cuál de los dos se tiene? ¡Una respuesta certera, “concientizante”, es tarea pertinente para todos aquí!
El autor es un humilde servidor, ¡y nada más!
Rolando Fernández
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