No es el caso del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Al parecer, jamás hubo en ése condición evolutiva alguna para la gran mayoría de sus miembros; y, menos se produjo, después que llegaron todos los arribistas – los inorgánicos -, los que nunca supieron “dónde estaban las aulas para hacer los cursillos”.
Todo no era más que apariencia. Así ha quedado demostrado hasta la saciedad ante la población. Pero, sus miembros embaucadores no son los culpables en verdad de lo que ha ocurrido hasta el momento, de todos los procederes impropios observados, y del gran fiasco que respira la sociedad nacional en torno a dicha organización política.
¡No!, es este estúpido pueblo, que vota en su favor, por un lado, y que luce endrogado desde hace muchos años – ¿no estuvo siendo dirigido gran tiempo, por un mandatario ciego? – ¿Y entonces, qué se puede esperar?
Y por el otro, los proclamadores y lambones interesados en busca de lo de ellos. Sí, ambos han mantenido en el poder a los envalentonados y ostentosos hoy, “ejemplares de esa entidad, ayer de “baja monta” en su mayoría; algunos pobres de solemnidad, y en el presente dueños de inmensas fortunas, engreídos, petulantes. Se les ha permitido expresarse tales cuales son, y demostrar que todo no era más que una falsa ante esta ingenua población.
Se les ha venido engordándoles el ego a todos esos orondos y demagogos personajes, con máscara original de patriotas y moralistas a carta cabal, que se han venido burlando de “los mal comidos que no piensan dentro de esta nación”, que son muchos por cierto, desde su primera gestión de gobierno; como, “de la gente que no conceptualiza”, tal dijeran dos de sus figuras públicas connotadas, “estigmatizando” a esta sociedad con dichos “piropos” despectivos.
Además, se ha hecho bastante notorio durante su estadía en el poder, que los componentes de esa entidad partidarista, que debió haber cambiado de nombre desde hace tiempo, debido a la negación de su esencia original, por su alejamiento, y deshonra a los principios que dieron pie a su creación, los del mentor y gran líder fundador, nunca han involucionado.
Tal condición supone, el haber ostentado la contraria con anterioridad. Y ésa, evolución, hablando en términos patrióticos y políticos, con muy raras excepciones, nadie dentro de la misma logró alcanzarla en el pasado, a pesar de las enseñanzas del maestro indiscutible. ¿Quiénes la obtuvieron otrora?
Por lo visto, no constituían más que otro grupo, apartado de sus iguales, aposentados en los demás partidos de ese ruedo nacional, con ansias de engancharse al tren de la corrupción estatal, avariciosos lobos disfrazados de ovejas mansas, con largas y afiladas pezuñas, como la han demostrado al país, y al mundo, hasta más no poder, durante los últimos años en que han gobernado esta nación.
Como es bien sabido, llegaron a gobernar por obra y gracia del Dr. Joaquín Balaguer, y el fiasco que todo ha resultado a posteriori es patente. Claro, aquello fue por circunstancias políticas casi obligadas, dándoles el apoyo necesario; por retaliación personal incluso lo entendieron algunos, hacia uno de los de él – Balaguer – que se le quiso sobreponer al final de sus días en la actividad.
Sí, aspiró a estar por encima del otrora líder reformista, cosa que éste no perdonaba jamás. Ya imposibilitado por completo, física y mentalmente, carente de un sustituto que se pudiera considerar como su equivalente en parte, dentro de su organización, se inclinó por el que luego fuera el primer presidente de los morados, sustituyéndole a él en la primera magistratura del Estado nacional..
Quizás no fue la mejor escogencia en ese momento. Pero, sí la que más estaba a la mano. Para entonces, al candidato respaldado, a quien de seguro le resultó como un sueño de la vida onírica el verse siendo Presidente de la República, por las condiciones de novato, y teórico político que denotaba. Por tanto, y como era de esperarse, el alto cargo se le fue de inmediato a la cabeza. ¡El envalentonamiento fue notorio a seguidas!
Por ello, casi de ipso facto se le olvidaron los principios boschitas. Entre esos: “No ir a las posiciones públicas a servirse de los cargos, sino a servirle al pueblo”. Además, contraviniendo aquello de que “ningún peledeísta se haría rico cuando el partido alcanzara el poder”.
Pero además, reintegró al partido a los miembros expulsados por el líder único, y primigenio, debido a determinados comportamientos impropios que observaran dentro de la fila de la organización. Desde ahí que, los nuncios de pronunciados cambios que se producirían en el seno de la misma, eran era más que previsibles.
Las privatizaciones de las empresas públicas prestadoras de servicios, en un abierto maderaje político-empresarial, como la enajenación por venta de algunos patrimonios estatales tradicionales, pronto aparecieron en el escenario de las nuevas ejecutorias gubernamentales, enmarcadas dentro de los paradigmas del modelo económico neoliberal, sepulturero aun más de las sociedades, que se acogieron aquí con beneplácito indiscutible.
Se tiró por la borda casi la totalidad de las prescripciones patrióticas moradas de otrora. Se aumentaron casi de momento, como de forma extrema, y burlona, todos los salarios del funcionariado estatal, como adepto por supuesto, y el del mismo Presidente de la República, rompiendo con la equidad social hasta la fecha, como la mesura administrativa con que se había manejado su predecesor en ese orden; que tanto hizo para el país, sin tener que endeudarlo hasta la coronilla, como ahora lo está.
Nada de eso se trató de emular. Por consiguiente, la genuflexión y el titerato frente a los organismos internacionales de financiamiento, siempre en busca de plaza entre nosotros para colocar los excedentes de capitales de los ricos del mundo, se presentaron con sol de mediodía. ¡A coger cuartos prestados, sin importar condiciones impuestas!, para derroches y disfrute del poder omnímodo de que se disponía.
En muy poco tiempo se cedió a las presiones de los injerencistas, de todo tipo, procedentes de ultramar, que en ese sentido habían sido soportadas estoicamente por el doctor Joaquín Balaguer, quien se jactaba de decir que, “aquí mandaba él en todos los órdenes, económico, político y social”.
Es por ello que, hablar de involución en el PLD, a partir de lo que se ha estado viendo con relación al mismo, y las ejecutorias de sus más altos representantes hasta el presente, suena como algo considerado, y benévolo a la vez. ¡Nunca hubo tal evolución, que haga suponer lo contrario en el presente!
Ese era un mal que estaba sembrado, desde mucho antes de asumir la administración de la cosa pública aquí; solo que, no se había tenido la oportunidad de hacerlo manifiesto; se encontraba bien solapado; y, con un control delante inviolable por completo, el maestro Juan Bosch. Cuando esa pared desapareció, de inmediato se dijo: “es pa’lante que vamos”, con el apellido de, ¡a hacernos ricos!
Según lo expresara el señor Samuel Santana, en un artículo que escribiera intitulado, “Involución del PLD”, eso que él dice: “Recordar y comparar los orígenes del Partido de la Liberación Dominicana con lo que uno vez hoy, realmente causa una descomunal sorpresa e indignación”, es una gran verdad parcial. (Véase: periódico “HOY”, del 12-12-15, página 9ª).
Esa última condición, o sea en lo que respecta a la indignación ciudadana obligada, ¡sí que es real, muy patente!, ya que se tenían cifradas esperanzas en esa organización partidarista, como la que habría de liberar y trabajar en favor de esta maltratada sociedad. ¡Era la única esperanza última que se tenía!
¡Lo de sorpresa no!, pues todo el proceder que comenzó a exhibir el oficialismo desde los primeros instante de su gestión gubernamental, era algo que anunciaba bastante, y que hacía ver venir en grado superlativo, lo que ahora tenemos. Todas las acciones y actitudes originarias de mandato, así lo pronosticaban.
Desde su primer año dirigiendo los destinos del país, se ha estado trabajando solo en favor de los poderes políticos y empresariales regentes, tanto nacionales como extranjeros, por más pantallas y embaucamientos, a los que se haya tratado de recurrir para confundir.
Y quieren seguir, no obstante la mención de las condiciones problemáticas acuciantes señaladas con mucho acierto al final de su trabajo por e señor Samuel Santana, innegables por completo, con la presencia de: “un Estado carente de medicina, educación, energía eléctrica, cuidado a ancianos, discapacitados, huérfanos y pobres, ellos son una clase aparte, cerrada y abusivamente privilegiada”.
Agregaríamos nosotros, para completar el desastroso escenario presente, con un país endeudado e hipotecado hasta más no poder; con un Congreso Nacional afecto al Poder Ejecutivo por completo, que siempre está nada más a la espera de que en adición a los ya aprobados, les sean enviados todos los nuevos contratos de préstamos suscritos, ya sea con suplidores de recursos económicos distintos o no, aunque sí bajo las mismas modalidades, y bastante condicionados claro, sean externos o internos, para homologarlos de inmediato.
¡Y que siga la fiesta! Dineros frescos para disfrutes personales y despilfarros politiqueros. ¡Qué honren dichos compromisos asumidos los que vengan detrás, o que entreguen el país como dación en pago! ¡“Porta mí”!, diría la mayoría de los “grandes patriotas” envueltos en esos menesteres.
Mientras tanto, la juventud dominicana sigue entretenida, bachateando alegremente; en el uso de drogas, sutiles y fuertes; como, aclamando a raperos desaliñados y analfabetos, que a penas saben pronunciar sandeces repetidas, bajo ritmos de moda estridentes, y daña los oídos. ¡Cuánta inconsciencia respecto de las cargas onerosas que les esperan!
Autor: Rolando Fernández
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