¡A CONCIENCIARSE!

Según la filosofía budista (SIDDHARTHA GAUTAMA),”El pecado capital de la humanidad es la ignorancia”. Cuánto aplica lo expresado con respecto a la sociedad dominicana. Se puede decir, sin 5emor a equivoco alguno, que producto de esa característica negativa, casi generalizada, es que se originan, fundamentalmente,  todos los males que le aquejan; y, que a su vez permite esa,  el que pueda ser embaucada con la mayor facilidad por parte de todos estos políticos desaprensivos de nuevo cuño; que le manejan a voluntad,  recurriendo de ordinario a ejecutorias impropias a todas luces; como, a la publicación de titulares periodísticos entretenedores, que se pagan en la mayoría de los casos, muy bien premeditados por cierto, y que se van sucediendo cada vez, en pos de ir desviando la atención sobre los principales apremios, y escándalos nacionales que se verifiquen. En ese sentido, una temática diferente saca de foco, otra que ha venido estando sobre el tapete, para hacerla olvidar, a pesar de no haber sido satisfechos aún por el gobierno de turno los asuntos de que se trate; al que corresponda resolver las necesidades sociales envueltas, obviamente; o, proporcionar respuesta convincente alguna a la población, sobre los actos deleznables que sean del

¡INCREÍBLE!

Recordando una máxima pueblerina, muy popular, por cierto, “Aquí se ven cosas que guindando parecen cocos de agua”. Y, la verdad es que: el maridaje fehaciente entre políticos y poderosos empresarios locales, como es lo que siempre se advierte, y que es donde todo de ordinario se origina, va a acabar con este país.

Cualquiera se preguntaría, y cómo es posible que, faltando tan poco tiempo para que finalice el presente año lectivo en esta nación, se esté hablando, e incluso, fijando fecha para el reinicio de las clases presenciales en las aulas, inmediatamente después de que termine el largo feriado de la Semana Mayor, dentro del cual seguramente de habrán de llevar a cabo las actividades anuales rutinarias de estilo: vacacionar, “playeos”, romerías, viajes a los pueblos, actos religiosos, etc., en los que participarán con frecuencia ciudadanos desaprensivos que, no estarían pensando en asunto de pandemia, ¡en disfrutar sí!

Por qué hay que hacerlo ahora, con la presencia de una situación sanitaria de tan alto peligro, in crescendo cada vez más, de acuerdo con algunos imparciales, qué saben de salud y medicina; que exponen públicamente en tal sentido criterios disidentes, ante las informaciones que provienen de las autoridades, por estimar pincelados los resultados que se presentan a la población – afectación y fallecimientos -, para evitar alarmarle, según es lo que se entiende, entre otras cosas.

¡Es que algunas personas se están poniendo locas? No se están ponderando los riegos probables que se podrían derivar de esa determinación oficial, con el apoyo de ciertos sectores privados, que por derivación se beneficiarían de la misma, en términos económicos.

¡Ojo al Cristo! Sería preferible esperar a que concluya el presente año escolar, para analizar y ponderar de nuevo las condiciones sanitarias existentes, y entonces decidir a ese respecto.

Por lo regular la desesperación es mala consejera; y al final en este caso, sería el Estado quien tendrá que asumir las consecuencias previsibles, con la innegable incapacidad hospitalaria pública que se tiene en Dominicana, como la escasez de galenos aptos para tratar con la agudeza requerida el mal de referencia.