Dos miedos a destacar

Muy acertada resulta la situación “miodosa” que se expone con suficiente lujo de detalles en el AM., del medio “Diario Libre”, en su edición de fecha 31-5-13, página 02, que de manera fehaciente acosa a la sociedad nacional.

 

Ahora, entre los tantos miedos lacerantes incluidos en la susodicha nota editorial, se deben extraer para fines de reflexión y deducción de riesgos probables implicados, dos que a cualquiera “le enfrían el Alma”, como se dice, por las consecuencias previsibles que de ésos se pueden derivar.

 

En primer lugar citamos, “Miedo a que sea peor pedir ayuda a la policía que no hacerlo”. Eso pone en evidencia clara la desconfianza plena que gira en torno al Cuerpo del Orden Público correspondiente (Policía Nacional), ya que la gente teme acudir al organismo ante cualquier situación delictiva que le afecte, alegándose el temor de encontrarse de nuevo, frente a frente, con aquellos mismos agresores y antisociales que le ha robado, o lesionado de algún modo, que a su vez deshonran el uniforme de la institución, sin nada poder hacer al respecto, sólo marcharse cabizbaja.  

 

Esa es una de las exposiciones que más se escuchan entre los moradores de los barrios populares, principalmente; cuando no es que, “nosotros conocemos a los cacos o ladrones, son todos del barrio; pero, no nos atrevemos a decir nada, porque ocurre que, la policía viene y se los lleva, en caso de; hacen el allante público, y les sueltan al día siguiente – causa supuesta que entienden: soborno o componenda -. Entonces, vienen de inmediato los delincuentes a reírse de uno en su propia cara, y a retaliar en contra de los denunciantes.  Por eso, preferimos callar mejor, al ser robados”.

 

Evidentemente, esas son opiniones que sólo conducen a la autodefensa, a los linchamientos, a tomarse la justicia por sus manos, cosas que resultan muy letales para la convivencia pacífica, armoniosa, y laboral de cualquier sociedad en desarrollo, y con deseos de progreso generalizado.

 

La no credibilidad que se alega en el Cuerpo del Orden competente, se reporta como de alta peligrosidad en todos los sentidos, y merece de mucha atención sostenida, como  bien intencionada, dejándose de lado las actitudes politiqueras y demagógicas que puedan estar incidiendo, o interfiriendo, con los saneamientos de rigor en el marco de lo que se trata.

 

El otro miedo a que se hace referencia  en el citado AM., es el temor a, “que esto no se arregle nunca”.  Hay que imaginarse lo que esa apreciación globalizada a nivel interno podría significar.

 

En primer término, el tener que irse preparando las personas, física, emocional, y mentalmente, para salvaguarda y protección frente al mantenimiento de los flagelos que ya están presentes, como todos cuántos se puedan adicionar en el futuro, sin la protección oficial ciudadana requerida, y sin nadie a quien acudir; tratando de sortear en consecuencia, las innúmeras condiciones de indefensión e impotencia que se presenten.

 

Y eso tendría que ocurrir, no sólo para encarar las desaprensiones y corruptelas políticas, sino también los desafíos que provengan de los sectores delincuenciales y criminales de la sociedad nacional, en que se deberá buscar la forma de combatirles a cómo de lugar.

 

De no estarse en esa disposición conformista y osada, la otra alternativa sería la de abandonar esta tierra natal, olvidándose de todo sentimiento patriótico “sujetante”, como del nacionalismo ilusionista inspirador.

 

La disyuntiva está planteada, porque las posibilidades de que todos esos miedos que se tienen en la actualidad en Dominicana, a los que hace mención la precitada publicación periodística, incluyendo a los que aquí específicamente se hace alusión, puedan desaparecer con el escenario regente, como durante los próximos que se vislumbran, ¡se tornan más que remotas!

 

De hecho, hay muchos dominicanos que hoy se arrepienten de su nacionalidad, y estadía en el país, como así lo externan en el seno de sus círculos familiares íntimos, y de amigos más cercanos; que se lamentan no haberse “largado” antes de este país, cuando reparan en lo que han visto pasar, lo que actual ocurre, y lo que inminentemente habrá devenir: derroteros inciertos e incontrolables en todos órdenes sociales nuestros.

 

El autor es un humilde servidor, ¡y nada más!

 

 

 

Rolando Fernández