¡Cuántos así lo expresan en Dominicana!

Qué difícil se hace para personas que aún permanecen “encachadas” con los valores ético-morales, culturales, e intelectuales, como patrióticos, además, que otrora adornaban a un gran segmento de los ciudadanos de este país, convivir en el marco de una sociedad transculturizada, y degenerada casi por completo, como lo es la nuestra en el presente. ¡Es esa percepción, una cruda realidad innegable!, cabría agregar en adición, sin temor a equívoco.

Echar un vistazo hacia atrás, y comparar los tiempos, lo dice todo, y deprime sobremanera a cualquiera. Reparar de qué forma todo se ha ido a pique entre los dominicanos aflige en gran medida. Y, ver que las tribus sanguíneas se les considera en la actualidad como un grupo cualquiera, solo para estar acompañado, y ostentar representación social.

Ahora, jamás ese pequeño conglomerado se le tiene como el “torno” imprescindible para “troquelar” caracteres y patrones de conducta, que luego contribuyan con los comportamientos aptos y loables que demanda la sociedad en general, tal en el pasado la crianza hogareña procuraba, como fuente inequívoca de la que todo depende, con el concurso de una óptima educación escolar. Claro, eso era cuando había verdaderos padres que estaban conscientes de sus responsabilidades y deberes respecto de los hijos que traían al mundo. ¡“Hoy solo se fabrican”!

Cuando los vástagos son “formateados” de esa manera, difícilmente les impacte, tras su integración a la vida pública, la podredumbre social que a su alrededor pueda verificarse. Tampoco les afecta la penetración cultural impropia inducida desde los poderes políticos y económicos regentes, en pos de robotizarles, y así manejarle a voluntad, como es lo que hoy se produce en Dominicana.

Mucho menos se dejarían engatusar con la oferta de un pica pollo, bebidas alcohólicas, o alguna limosna económica, para que vayan a sufragar en favor de los adheridos a la llamada “posverdad”, como herramienta de conquista, para atraerles y engañarlos, al tiempo de burlarse de ellos cada vez.

Es a través de regenerar la célula primaria de la sociedad – LA FAMILIA -, que grandes cambios conductuales que favorezcan podrían producirse en esta nación. Hay que volver a “encachar” los vástagos a la antigua entre nosotros; como, a despolitizar, y restar comercialización en el sistema educativo local, para eficientizarlo; que el mismo logre su cometido complementario. ¡Son los correctivos más viables y efectivos a introducir hoy aquí!

¡Cuántas verdades desoídas, lamentablemente!