Tremendos “socios”: tapones de vehículos y atracos a nivel nacional

 

Ahora sí que se completó el panorama tétrico de la inseguridad ciudadana en este país, Dominicana. Obligatoriamente, hay que desplazarse hoy entre los inmensos tapones vehiculares que a diario se forman; respirar la gran cantidad de monóxido de carbono que expelen los automóviles varados, o en marcha lenta; y, correr el riesgo de ser asaltado por los antisociales motorizados que circulan en los alrededores; incluso, tigueres de a pie podrían ser, que también se aprovechan de la oportunidad. ¿Quién sabe?

¿Y hasta dónde es que vamos a llegar? ¿Es que no hay forma de enmendar las situaciones dañosas que se vienen verificando localmente? Tanto de un lado, como del otro, los tapones de vehículos en esta nación, como la delincuencia a granel, son problemas que requieren de soluciones inmediatas; ser enfrentados con mano fuerte y voluntad política, para que esta República no acabe de colapsar, por dichas causas, entre otras, y que tantos ciudadanos después no se estén lamentando.

Ya el asunto de los asaltos no está supeditado a los sectores carenciados, o de clase media alta, sino que ahora abarcan cualquier punto de la geografía nacional; y, donde no se pueden repeler; estando las personas objeto sin escapatoria alguna, rodeadas de vehículos “atascados” en las vías públicas, por los taponamientos ordinarios, y  un delincuente apuntando con su arma de fuego, a veces hasta escoltado por otro “angelito” de igual ralea; ambos con el rostro cubierto, aunque  no siempre  Por tanto, solo queda un camino, ceder a sus delincuenciales peticiones, o arriesgarse a perder la vida.

Vimos recientemente lo ocurrido al señor Bolívar Díaz Gómez, director del periódico “El Nacional” , y a su esposa, en plena calle Rosa Duarte, dentro de un sector de gente pudiente, Gascue,  zona que se supone tener cierto nivel de vigilancia, por los allí residentes, como los importantes sectores aledaños, en que están localizadas incluso algunas dependencias oficiales. Sin embargo, ¡nada de eso importa!

Ya aquí los delincuentes se mueven con toda libertad por calles y avenidas. Le sacan la lengua a las autoridades del orden público, cuando no es que muchas de esas son parte de las “orquestas” de atracadores que operan.

Preciso es destacar que, según narrara una de las víctimas en esta ocasión, el señor Díaz Gómez, “20 minutos después volvió a ver al mismo asaltante en la avenida Máximo Gómez, entre la México y la 27 de Febrero, por lo que presumo que seguía detrás de nosotros”. (Periódico “HOY”, del 30-4-17, página 4ª). Significa que, ni el rostro tratan ya de ocultarlo.

Tremenda disyuntiva se presenta a las autoridades, en términos del combate a ambas problemáticas, por las implicaciones a la vista. ¿Cuál debe ser objeto de mayor ataque prioritario? Se diría, ¡qué deben ser ambas, de manera concomitante! Pero, es innegable que las dos tienen sus “bemoles”.

Presentan aspectos que pueden limitar las acciones combativas debidas. Para nadie es un secreto que los tapones vehiculares favorecen el alto consumo de combustibles, lo que, a su vez, como es obvio suponer, genera mayores ingresos para el fisco, por los impuestos aplicables. ¿Qué se puede inferir entonces?

En ese sentido, se producen a diario críticas a los agentes de la AMET, por entenderse que ellos los provocan adrede en algunas intersecciones, donde el flujo de vehículos es muy fuerte, y los semáforos allí instalados funcionan a la perfección.

Sin embargo, ellos los sustituyen, para entonces dirigir el tránsito medalaganariamente, provocando los desagradables taponamientos, como las “acres”, duras críticas, por parte de los conductores afectados. Quizás ahora dejen de hacerlo, para no facilitar los atracos motorizados de moda en los entornos.

Tal situación bien se puede apreciar en el cruce de las avenidas John F. Kennedy, y Abraham Lincoln, durante las llamadas “horas pico”. ¡Las quejas llueven, y nada se hace! Parecen burlarse los agentes asignados allí.

Por su parte, el problema de los asaltos, con ese escenario tan amplio que les favorece, presenta sólidas paredes, que lucen casi insalvables. En primer lugar, por cuánto ha crecido entre nosotros lo delincuencial, debido a las múltiples razones que no se quieren ver para tratar de evitarlo, y mucho menos enfrentarlo con firmeza, tales son las actitudes corruptas y despreciables inductoras de los de arriba, políticos delincuentes e impunes. ¡Tremendo caldo de cultivo es ése!

En segundo lugar, está el concurso que, en el marco de la actividad delictiva, motorizada o no, ofrecen algunos policías y militares activos, como pensionados en algunos casos, según los precedentes que se tienen, lo cual interfiere sobremanera para actuar en consecuencia, por lo que no va a ser muy fácil ya el control y combate que se imponen en estos momentos, respecto a esa fase directa del problema: atracos en los tapones de vehículos, cuando no a simples transeúntes callejeros que llamen la atención.

Por consiguiente, a evadir tapones viales, y tratar de cuidarse cada quien, montado o a pie, son las alternativas inmediatas. Porque, las soluciones a esos males lucen estar bastante lejos.

 

Autor: Rolando Fernández