¿Qué se ganaría con esas disposiciones legales?

La verdad es que, a nosotros nos gusta mucho inventar. Por eso aquí tenemos un sinnúmero de normativas legales que no se observan; y que por tanto, han caído en la obsolescencia.

 

Y es que, por regular queremos estar copiando de otros países, con culturas e idiosincrasias ciudadanas muy distintas a las nuestras. Primero, no miramos hacia dentro para estar proponiendo, y aprobándose luego, legislaciones que en este país no aplican; o que, en realidad muy pocos efectos positivos reportarían.  Los ejemplos están de sobra.

 

Según ha publicado la prensa local, la señora vicepresidenta de la República entregó al primer mandatario de la nación, para evaluación, y la tramitación de lugar obviamente, el anteproyecto de ley del Código de Familia, redactado por una comisión que integran respetables ciudadanos designados, y que encabeza la distinguida dama.

 

En el  mismo se consignan dos aspectos dispositivos que sobresalen, los cuales en nuestra humilde opinión, deberían ser muy bien ponderados, en términos de propósitos reales, y potenciales resultados factibles, amén de las dificultades de carácter legal mismas; al igual que, las características nuestras como país.

 

Veamos:

 

a) “El proyecto admite que ambos contrayentes mantengan el apellido de solteros una vez contraído el matrimonio. O que el esposo, previo acuerdo entre ambos, asimile el primer apellido de soltera de la esposa, sea con la partícula “de” o sin ésta. De igual forma lo puede hacer la mujer”.

 

b) “Además propone promover la paternidad responsable, permitiéndole a las madres solteras que declaren a sus hijos con el apellido de aquel a quien señalen como su padre, quien deberá ser notificado previo a la declaración de nacimiento. Luego comenzará el proceso de identificación, si fuere de lugar, del verdadero padre del niño, pero desde su nacimiento tendrá un padre, aunque sea presunto”.

 

Es obvio que, ambas estipulaciones así consignadas, según la reseña de prensa, podrían acarrear serios inconvenientes entre las parejas. Y, a nivel de las madres solteras que declaren sus hijos con el apellido de AQUEL a quien señalen como padre. ¿Será tan fácil? ¡Menos aún, la aceptación a priori como progenitor, del que sea indicado como  tal!

 

Aquí, quienes en realidad los engendran, no quiere reconocerlos como tales, por falta de responsabilidad algunos; o, hasta no estar más que seguros, por las serias dudas que asaltan con respecto a las madres, motivados en el marco de la innegable degeneración femenina  presente.

 

Ahora, eso de presumir paternidad, a los fines de otorgar un apellido a los hijos que las mujeres solteras traigan al mundo, tiene “cocorícamo”, como se dice mucho en esta nación. Se intentaría hacer por más de una razón, y no todas “santas”.

 

No hay que ir muy lejos para formarse una opinión disímil con relación a lo que se aspira en el orden de lo que se trata.  Una simple encuesta como esa que publica el medio “Diario Libre”, en su edición de fecha 22-2-14, página 07,   bajo el título, “la pregunta del día”, entre personas que ostentan no tener una alta formación académica, y menos de carácter jurídico, que además  desempeñan labores rutinarias, dice bastante.

 

Por ejemplo, hay un señor que manifestó: “El problema es que la mamá puede inventar quien es el papá por conveniencias económicas.  Lo de llevar el apellido de la mujer, eso es cultural”. Una señora dijo: “Yo no estoy de acuerdo que el esposo lleve el apellido de la mujer. Para mí no tiene mucho sentido”. Mientras que un tercero externó: “Si esa será una nueva ley, hay que aceptarla. Pero hay muchas veces que uno cree que un hijo es de uno, y sale a ser de otro hombre”.

 

Dicen que para muestra basta un botón,  ¡y ahí tenemos tres, muy significativas por cierto!

 

Pero además, a partir de algunas precisiones que se han hecho a través de la prensa local con relación al contenido amplio del citado Código de Familia, y como una forma de justificar su porqué, se pueden advertir muchos “decires” incluidos que lucen bastante aéreos, rodeados de un gran léxico jurídico adornante, que denotan fragilidades múltiples en términos de aplicación, ponderadas en el marco de nuestras características como sociedad, cuyos posibles fructíferos resultados, no se tornan muy predecibles.

 

Entre algunos de esos están: a) “Se trata de un Código inclusivo que busca eliminar las discriminaciones hacia la mujer, plantea la igualdad de la administración de los bienes entre esposo y esposa, reforzando el papel femenino en la administración de los recursos”; y, b) De igual manera, el Anteproyecto es moderno y vanguardista, incluye novedosas regulaciones a la reproducción humana asistida, una tendencia cada vez más frecuente en el mundo y que en nuestro país está a la vanguardia”. (Periódico “Listín Diario”, del 25-2-14, página 9ª).

 

Sin embargo, aspectos tan cruciales e incidentes por completo en la degeneración familiar presente, a que tantos males sociales conducen, no parecen estar contenidos en la referida pieza de carácter legal, como lo sería entre otros, verbigracia:

 

El que las mujeres asuman con la responsabilidad debida los roles que les corresponden en el seno de toda familia, cuando se decidan a formarla; que dediquen parte de su tiempo a la crianza y orientación de los hijos; que no dejen esas labores sólo en manos de los colegios, y depósitos para niños, que los forman en conjunto como animalitos en un corral; de los servicios domésticos que, como trabajadoras en realidad que son, así los manejan, amén de que en su mayoría carecen esas damas de formación académica, como de la estabilidad emocional requerida; y, por último, de los profesores hogareños más de moda en estos tiempos: la televisión y la red de la Internet no reglamentada y mal asimilada, que sólo les enseñan a los muchachos a delinquir, drogarse, violencia, matar gente, prostitución, etc.

 

Pero además, ¿qué se va a hacer con las adolescentes y demás féminas que viven a la libre, como se dice, que sólo aportan ejemplares humanos sin amparo; que no reúnen condiciones de ningún tipo por sí mismas, para estar trayendo hijos al mundo, que habrán de pasar después más trabajos que un forro de catre, como se habla a nivel de pueblo, y que luego se conviertan en parásitos sociales, como en delincuentes comunes?  ¿Qué medidas enmendatorias se incluyen? Por el contrario, se aspira ahora a que esas, damiselas algunas, les  señalen a los vástagos los padres que se les antojen.

 

Finalmente, y de algo sobre lo que tampoco se dice nada, es que: esa crianza hogareña imprescindible como zapata, se debe llevar a cabo de manera concomitante con la educación escolar, con el concurso complementario de los profesores; que no se entienda que solamente estos últimos tienen la responsabilidad de conformarles una adecuada personalidad a los alumnos.

 

Como se puede notar, no se está tratando en todas sus partes de agarrar el toro por donde debe ser. Y se prevé en ese orden,  que la nueva legislación, en el caso de ser aprobada, habrá de convertirse en una normativa jurídica más, sólo para ser colocada en los anaqueles bibliográficos de la disciplina.

 

Por cuanto se ha expresado, cabría cerrar este parecer escrito con la misma pregunta que lo intituláramos: ¿Qué se ganaría con esas disposiciones legales? Evidentemente, son de las que más “despuntan”, esas relativas al asunto de adoptar apellidos, tanto el hombre como la mujer; al igual que, al señalamiento antojadizo de los padres, que de ordinario así sería, por parte de las mujeres solteras que conciban alguna criatura, y la traigan al mundo después.

 

Vamos a procurar desde ya, el intentar comenzar a “ponerle el cascabel al gato”, si es que en realidad se tiene la intención de enfrentar con voluntad sentida la degeneración, más in crescendo cada vez, de esa tan importante célula – las tribus biológica-sanguíneas -, alimentadora de todas las sociedades – LA FAMILIA -.

 

El autor es un humilde servidor, ¡y nada más!

 

 

 

Rolando Fernández

 

 

 

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