Los intentos de transversalización pedagógica siguen de moda aquí

Aún no ha concluido un alboroto reciente nacional;  no ha habido consenso alguno; sólo un abanico de contradicciones, opiniones diversas encontradas, etc.; y, por supuesto, los alegatos de defensa externados por las autoridades oficiales, provocado todo eso, por la imposición que pretende lograr el ministerio de Educación, con la aplicación en nuestro sistema, a nivel de las áreas de enseñanza básica e intermedia, de los tan cuestionados  textos integrados.

De acuerdo con la opinión de expertos, calificados en la materia, esa es una metodología educativa que no calificaría tampoco en este país, ya que la misma, por la transversalización que contempla, ha fracasado en otras latitudes, con mejores plataformas o bases que las nuestras en el sector.  Pero, no obstante eso, ya estamos en presencia de otro invento similar esnobista, probablemente más inquietante, por su eventual connotación dañosa futura.

Los duchos académicos y literatos nacionales, como algunos juristas de vasta experiencia, en cuanto a lo docente se refiere, han expresado su oposición a esa técnica de enseñanza, debido a que entienden, afectaría de manera significativa el aprendizaje de la Lengua Española y de la historia patria dominicana,  como asignaturas básicas a cursar, entre otras.

Sin embargo, las autoridades del ministerio de Educación, han defendido la iniciativa, diciendo que, por el lado de la enseñanza de la Lengua Española, que ha sido la más aludida, de manera directa, ésta se contempla en dichos textos, como “eje transversal de la educación”;  que no es cierto que la forma tradicional de impartirla va a desaparecer con el uso de los mismos. ¡Eso no está demostrado!

Ahora, se retoma de nuevo el canto de la transversalización, que emerge en este caso de la llamada sociedad cultural “Nueva Quisqueya”; pero, dirigida esta vez a transformar el himno nacional de la República Dominicana, para que, amén de ser el símbolo patrio por excelencia; el de mayor respeto, aunque sólo para algunos, y que debería de serlo para todos los nacionales, en “eje transversal para la educación” también, a los fines de enseñar a través del mismo: lectura comprensiva, geografía,  y además, la historia nuestra. (Véase: periódico Listín Diario, de fecha 25-1-11, Sección “C”).

Según se alega, esa pieza literaria de valor incalculable para esta república,  aunque  determinados personajes la subestimen y la irrespeten, diríamos nosotros, “tiene significado pedagógico”, conforme lo expresa una de las promotoras del proyecto, Isabel Collado, al tiempo de agregar que, “se persigue con éste, un afianzamiento de la identidad y de los valores éticos del pueblo”. Respetamos  ese criterio interpretativo, como la intención manifiesta; pero, no los compartimos.

No obstante, existe la posibilidad de que se esté en lo cierto; y, de que ese sea un camino apropiado para tales propósitos. Pero, de ahí, a pretender “Enseñar asignaturas con el himno nacional”, como se titula la reseña de prensa, cantándole y explicándole en las  aulas a estudiantes de tan bajo nivel de formación académica, y con la degeneración juvenil marcada que se verifica en esta sociedad, alimentada por una penetración cultural extrema; como a lo  interno, con los ejemplos antinacionalistas y amorales de algunos de políticos que nos gastamos,   es algo que luce muy iluso, en términos de aplicación.

Disentimos, en cuanto a creer que, se pueda lograr por ese medio, el “avivar el sentimiento de nacionalidad”, que motivara a sus compositores en el ayer; como, el afianzar la identidad y los valores éticos del pueblo hoy. ¡Muy válidos los deseos; pero, más que inciertos, podrían ser los resultados!

En pos de alcanzar objetivos de esa naturaleza, lo primero que habría que hacer aquí es, reintroducir de nuevo en el patrón nacional de estudios, la asignatura “Moral y Cívica”, tal cual era impartida otrora, después del cuarto o quinto grado de la educación básica, cuando ya los estudiantes disponen de un poco de formación académica, y de un relativo nivel de conciencia ciudadana.

Con los niveles de descomposición republicana que en la actualidad azotan a esta nación, si en verdad se está aspirando a procurar esas cosas, que se podrían considerar virtudes patrióticas, la forma más expedita de hacerlo no sería esa.  Se debe procurar otra manera de concienciación patria, que resulte más efectiva y acorde, con el combate real, a tan  deprimente realidad nuestra, en ese orden.

En pos de alcanzar objetivos de esa naturaleza, lo primero que habría que hacer aquí es, reintroducir de nuevo en el patrón nacional de estudios, la asignatura “Moral y Cívica”, tal cual era impartida otrora, después del cuarto o quinto grado de la educación básica, cuando ya los estudiantes disponen de un poco de formación académica, y de un relativo nivel de conciencia ciudadana.

Lo que se podría obtener con la iniciativa de que se trata, es un irrespeto mayor hacia nuestro canto patrio; que se le tome como algo de interpretación cualquiera; y cuando no, osarían por montarlo en un ritmo bachatero, como lo han hecho hasta con algunas frases de magna significación, pronunciadas por determinadas figuras sagradas. ¡El respeto y la reverencia aquí están muy cuesta abajo!

Que se pondere muy bien ese asunto, para no ocurra lo que ha venido pasando con la introducción de los famosos textos  integrados, que para muchos entendidos han resultado ser un fiasco en todas partes. 

Aunque, por algo que se expresa en la reseña periodística, que también dijera la precitada promotora de la idea – “la historia no puede transversalizarse” a propósitos de los textos integrados, puesto que es lo único que permite conocer quienes somos – al referirse al sentido crítico de la enseñanza aprendizaje,  se puede inferir algún tipo de relación y complementación subyacentes, entre ambas iniciativas. ¡Como que hubo cierta coordinación!

 Rolando Fernández

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