De acuerdo con una información que aparece publicada en la página de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en la red Internet, durante el mes de noviembre del presente año, se procederá a evaluar al personal docente de la academia estatal, a través de esa misma vía. ¡Infructífera tarea, a nuestro humilde entender!
Por la experiencia que tenemos a lo interno de esa institución, nos atreveríamos a decir que, las evaluaciones a los profesores en la UASD, nunca se han reportado en verdad como objetivas, por una serie de factores procedimentales no aptos; que envuelven además, notorios aspectos muy subjetivos. Y, menos podrían serlo ahora, de esa forma virtual en que se pretende llevar a cabo la actividad relativa.
Es lo que hemos podido apreciar durante el tiempo que tenemos allí impartiendo clases, por innúmeras razones incidentes que se tornan negativas, advertidas por nosotros, y otros tantos profesores más, durante los escasos procesos de evaluación docente, que se han verificado en el transcurso de nuestra estadía por esos predios, como facilitador de formación profesional.
Por el lado de los estudiantes, creemos que la gran mayoría no está en capacidad de evaluar a nadie, por motivos diversos, que resulta prolijo enumerar. Pero, entre esos se podría hacer mención a la falta de conciencia, como el escaso sentido de responsabilidad que observan, cursando estudios a ese nivel, lo cual resulta bastante impropio.
Ni siquiera podrían hacerlo efectivamente con ellos mismos. Cuando se les contacta para evaluar a los profesores de turno que tienen, sólo pueden ofrecer informaciones que responden a simples preguntas directas: asistencia a clases de los instructores, entrega de programas, calificaciones de exámenes, etc.
Esas son respuestas entre otras que, amén de que no permiten una real calificación profesoral, de ordinario tampoco resultan ser sinceras, cuando el docente no les es simpático; o, les exige rendimiento académico y comportamientos adecuados dentro de las aulas. Tratan de afectarle, como una forma de represalia, algo imposible de apreciar en las evaluaciones concluyentes.
Las poquísimas veces que hemos vistos esos procesos en la UASD, dos o tres (2 ó 3), si mal no recordamos, desde que nos iniciamos allí en las labores docentes, hace ya bastante tiempo, se han hecho de manera presencial, directa en la aulas, con resultados muy cuestionables e inoportunos.
Y en adición, el personal recolector de los datos para tales propósitos, no ha evidenciado ser el más apto, en términos de las orientaciones debidas a los estudiantes, para que contesten de manera objetiva a las preguntas que se les formulan.
En fin, los datos que suministre el alumnado con que se trabaje, de manera tan sujetiva, y poco precisa a la vez, no creemos, reiteramos, que en realidad permita evaluar a ningún profesor allí, sea éste excelente, bueno, regular, o malo.
Y, si eso es a nivel directo en los cursos, muchos menos efectivo resultaría en nuestra humilde opinión, ese procedimiento calificativo docente, a través de la red del Internet, aunque desconocemos cuál sería la forma a utilizar. Pero, entendemos que, se recurriría a la misma metodología indagatoria, sólo que, llevada a lo virtual. ¡No creemos entonces que eso así prospere!
Las autoridades uasdianas tienen que abocarse a definir una técnica para evaluación profesoral, aplicable en la institución, según sus características muy propias, que realmente proporcione calificativos lo más acabados y razonables posibles, que a nuestro juicio es la aspiración en especial, del señor Rector Magnifico actual. ¡Es algo que ya con urgencia se impone!
Claro, para lograr eso, habría que proceder en cierto aspecto al margen de la ignorancia estudiantil, y su poco sentido de responsabilidad, por un lado. Y por el otro, de las adhesiones, revanchismos, etc., relacionados con la condición grupal política de los docentes.
A quienes realmente corresponde evaluar de manera directa a los profesores, aun no sea la calificación definitiva, es al coordinador de la cátedra a la cual se pertenezca, con el concurso de los estudiantes, a través de sondeos indagatorios entre ésos, e informaciones recogidas en su entorno de forma indirecta, próximo a la mitad de cada semestre, o durante las últimas semanas del mismo.
Pero ocurre que, con regularidad los coordinadores de las cátedras temen supervisar e indagar sobre los procederes y comportamientos profesorales de muchos docentes, para evitarse “fricciones personales”, y que se les acuse de persecutores. Más aún, cuando se pertenece a parcelas políticas diferentes.
Ante ese escenario político grupal reinante en que vive la UASD constantemente, en el que sólo rigen las apetencias de los votos favorables a cargos electivos, el evaluar profesores en su seno de manera efectiva, como hasta ahora se ha venido haciendo, será siempre una ilusión; un montaje “dilapidatorio” de recursos económico más, de los tantos que a lo interno de la academia se observan.
Si en verdad se quiere hacer en esa universidad estatal, un trabajo promisorio en tal sentido, habría que realizarlo utilizando gente apolítica dentro de la institución, sin aspiraciones de orden electoral.
Bien se podría pensar en la formación de comisiones “evaluatorias”, a nivel de cada una de las escuelas que componen las diferentes facultades, y las carreras que administran, compuestas por ex-docentes pensionados, que son personas con autoridad para hacerlo; y que, en la mayoría de los casos, no están comprometidas con nadie; aun se les otorgue una equitativa remuneración adicional en cada caso. Todo sería asunto de voluntad y coordinación.
Esa labor, estaría complementada con la supervisión periódica exigible a los coordinadores de las cátedras, que participarían haciendo el análisis comparativo de lugar, y en las discusiones deliberativas en cada ocasión, con voz, pero sin voto. Y, cargando obviamente, como son los cargos, ¡para cargar!
Otra forma que creemos posible, y hasta aconsejable, es que los exámenes finales de las asignaturas sean preparados por las direcciones de las respectivas escuelas, utilizando profesores comisionados para tales fines, según el contenido completo de los programas vigentes.
A partir de ahí, ¡sí que se podría evaluar más apropiadamente, el trabajo y la competencia de cada profesor!, dependiendo de las reacciones y las respuestas de los estudiantes envueltos, los que tomen las pruebas al término del semestre.
Finalmente, pensamos que, ¡toda evaluación profesoral pertinente en la UASD, se debe hacer a nivel presencial! Esa iniciativa en tal sentido, por Internet, como en esta ocasión se ha dispuesto, se podría calificar, sin temor a equivoco, como un previsible fracaso más; sería otra “perdedera” de tiempo.
Rolando Fernández
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